Jamie Dimon está inquieto. Sus alarmas se han encendido. El hombre que desde 2005 preside JP Morgan Chase, el mayor de los cuatro grandes bancos estadounidenses (‘Big Four’), tuerce el gesto cuando piensa en el futuro inmediato. El que fuera uno de los cien personajes más influyentes del mundo en 2006, 2008, 2009 y 2011, según la revista Time, no lo ve claro. El banquero está preocupado. El principal motivo: la energía.
El neoyorquino de 66 años teme una crisis energética global a raíz de la invasión de Rusia a Ucrania. Dimon opina que Estados Unidos debe abordar el suministro de energía como un tema de «seguridad nacional».
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«La cadena de suministro energética no es segura«, advierte. Por eso, es necesario actuar «ahora» con los socios de occidente. El objetivo sería anticiparse a una crisis suscitada por el conflicto en Ucrania, o hasta incluso por el ataque de un hacker a una refinería o tubería de petróleo.»
«El mundo libre está amenazado y si crees que esto es temporal, estás equivocado», avisó en su carta anual a los accionistas del banco. Además, sugirió que el comercio y las cadenas de suministro, donde hay involucrados asuntos de seguridad nacional, «necesitan ser reestructurados. Simplemente no puedes depender de países con diferentes intereses estratégicos para bienes y servicios críticos». Un SOS en toda regla.
Para Dimon, esa reorganización «no tiene por qué ser un desastre o un desacoplamiento. Con un análisis y una ejecución cuidadosas, debe ser racional y ordenada«.
A la preocupación por un posible colapso económico se une la que le genera la situación económica general. En su misiva adelantó que la invasión a Ucrania y las sanciones impuestas a Rusia generarán un «impacto económico sustancial», y que «como mínimo ralentizarán la economía mundial», aunque «fácilmente podría empeorar«.
Y es que Rusia podría ir sumando más sanciones, y «junto con la imprevisibilidad de la guerra en sí misma y la incertidumbre que rodea a las cadenas mundiales de suministro de productos básicos, esto genera una situación potencialmente explosiva«, afirma Dimon.
La inquietud contrasta con su percepción sobre el consumidor estadounidense promedio. Lo ve «en excelente forma financiera«, reflejada, entre otras, por «una excelente suscripción de hipotecas, abundantes trabajos con aumentos salariales y más de US$2 billones en exceso de ahorro».
Dimon confiaba en que la Reserva Federal hiciese los deberes necesarios para que finalmente la inflación empiece a amainar, lo que pasaba por una «rápida subida» de los tipos de interés. Una medida que el organismo estadounidense anunció hace unos días. No obstante la inflación y la crisis en Ucrania producirá un escenario diferente, con «circunstancias completamente distintas a las que hemos experimentado en el pasado».
(RM)
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