El primer ministro canadiense, Mark Carney, celebró su victoria electoral enviando un mensaje firme y lleno de determinación: Canadá debe fortalecerse desde adentro y no depender exclusivamente de Estados Unidos para alcanzar su prosperidad. En su primer discurso tras conocerse los resultados, Carney subrayó que su país tiene “muchas otras opciones” más allá de su tradicional aliado, dejando claro que la prioridad será cuidar de los trabajadores, las empresas y los recursos nacionales.
«Hemos superado la traición estadounidense, pero nunca olvidaremos la lección», sentenció ante miles de simpatizantes. Aseguró que, cuando llegue el momento de sentarse a negociar con el presidente Donald Trump, lo hará “como dos naciones soberanas”, en igualdad de condiciones. Su promesa fue clara y categórica: «Vamos a construir, y mucho».
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Consciente de que su gobierno será en minoría, Carney hizo un llamado a trabajar con todos los sectores: «Gobernaremos con todos los partidos, con todos los territorios y con toda la sociedad civil», proclamó. Su objetivo, dijo, será reforzar la unidad de un país que ha vivido momentos de tensión tanto internos como externos.
En su mensaje, el primer ministro advirtió sobre las amenazas que percibe del gobierno estadounidense. «Estados Unidos quiere nuestra tierra, nuestros recursos, nuestra agua, nuestro país», advirtió Carney, subrayando que esas amenazas “no son gratuitas”. Y añadió de forma contundente: «El presidente Trump quiere quebrarnos para poseernos. Pero eso nunca pasará, nunca jamás».
El líder liberal insistió en que Canadá debe mirar hacia el futuro con resiliencia y autonomía. «Debemos cuidarnos a nosotros mismos y, sobre todo, cuidar los unos de los otros», expresó entre aplausos. Aunque manifestó su disposición a negociar con Washington, reiteró que Canadá cuenta con múltiples alternativas para asegurar su prosperidad económica.
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Uno de los momentos más emotivos de su discurso fue el agradecimiento al pueblo de Quebec. El respaldo de los votantes quebequeses fue decisivo para la victoria liberal frente al Bloque Quebequés (BQ). Carney, en un gesto de sensibilidad política, se dirigió a ellos en francés:
«Durante esta campaña, los quebequeses me abrieron sus puertas y me dieron su confianza. Estoy profundamente conmovido y quiero daros las gracias», dijo.
Además, reconoció la importancia de la identidad cultural y lingüística de Quebec en la definición del carácter canadiense: «La lengua francesa y la cultura quebequesa definen a este país, y yo voy a defenderlas sin descanso». Con esta promesa, Carney reafirmó su compromiso de gobernar en favor de todas las provincias y culturas que conforman Canadá.
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Entre los anuncios más concretos de la noche, el primer ministro puso el foco en la crisis de la vivienda, un tema que ha preocupado a miles de canadienses en los últimos años. Carney prometió «construir muchísimas casas cada año», apoyándose en una nueva industria de la vivienda que utilizará «tecnología canadiense, trabajadores cualificados canadienses y madera canadiense».
Esta nueva estrategia forma parte de su visión de relanzar la industria nacional y reducir la dependencia de mercados externos. «Vamos a revitalizar nuestras capacidades productivas y a generar empleo de calidad en todo el país», indicó.
Vestido con un sobrio traje azul, Carney no mostró una euforia desbordante, consciente de que los resultados no fueron tan holgados como esperaba. Sin embargo, sus simpatizantes, que esperaron durante horas su aparición, transmitieron entusiasmo y confianza en la nueva etapa que inicia.
Finalmente, el mensaje de Carney fue de esperanza y reconciliación: «Es hora de poner fin a las divisiones y los rencores del pasado. Es hora de construir un país más fuerte, más unido y más próspero para todos los canadienses».
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