En un momento clave para el futuro de la tecnología, los líderes de los BRICS, junto a las naciones recientemente incorporadas al bloque, emitieron una declaración conjunta durante su cumbre en Río de Janeiro, en la que reclaman una gobernanza global de la inteligencia artificial (IA) coordinada por las Naciones Unidas. El documento enfatiza la necesidad de equilibrar el potencial transformador de esta tecnología con salvaguardas que eviten riesgos para la privacidad, la soberanía digital y la justicia económica.
El grupo, integrado por Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, Arabia Saudí, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía, Indonesia e Irán, sostiene que la IA debe ser un motor de desarrollo inclusivo, pero advierte que su evolución sin regulación podría profundizar las brechas entre naciones ricas y pobres. La propuesta central es la creación de un marco internacional bajo la supervisión de la ONU, que establezca principios éticos, estándares técnicos y mecanismos de supervisión transparentes, evitando que el control recaiga en un puñado de potencias o corporaciones.
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El documento destaca que, si bien la inteligencia artificial promete avances en productividad, salud y educación, su desarrollo actual está dominado por actores con recursos económicos y tecnológicos abrumadores. Para contrarrestar esta asimetría, los BRICS proponen que cualquier normativa global priorice la inclusión digital, la protección de datos y el respeto a las legislaciones nacionales. Además, subrayan el derecho de cada país a implementar regulaciones propias adaptadas a sus realidades jurídicas y culturales.
Uno de los puntos más relevantes es la defensa de los derechos de propiedad intelectual. Los líderes exigen compensaciones justas por el uso de contenidos periodísticos, literarios y artísticos en el entrenamiento de modelos de IA, una medida que busca frenar la explotación indiscriminada de datos sin autorización. El texto denuncia prácticas como el scraping masivo de información, que vulnera la privacidad y perjudica a creadores y medios de comunicación.
La declaración insiste en que la ONU debe liderar un grupo de trabajo multilateral para evitar que la gobernanza de la IA quede en manos de foros tecnocráticos dominados por intereses privados. La iniciativa busca impedir que herramientas basadas en algoritmos se conviertan en instrumentos de manipulación política o económica, un riesgo señalado repetidamente por expertos en geopolítica digital.
Durante una de las sesiones plenarias, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva alertó sobre los peligros de concentrar el poder tecnológico: «No podemos permitir que la IA sea un privilegio de elites o un arma al servicio de billonarios». Su intervención reflejó el consenso del bloque en que la regulación debe combinar innovación con justicia social, garantizando que los beneficios lleguen a economías en desarrollo.
Aunque el planteamiento de los BRICS apela a la cooperación internacional, persisten tensiones entre sus miembros en temas como censura, vigilancia masiva y uso militar de la IA. China y Rusia, por ejemplo, han promovido aplicaciones de inteligencia artificial para el control estatal, mientras que India y Brasil abogan por marcos más centrados en derechos humanos. Esta divergencia podría dificultar una postura unificada en negociaciones globales.
Pese a ello, el llamado de Río marca un hito al desafiar el status quo liderado por Estados Unidos y la Unión Europea, que hasta ahora han dictado gran parte de las normas en la materia. Al incluir a potencias medianas y economías emergentes, el bloque BRICS+ busca democratizar un debate tradicionalmente excluyente.
El documento no solo aborda riesgos, sino que también propone acciones concretas: desde incentivos para transferencia tecnológica hacia países del Sur Global hasta la creación de fondos que financien investigación local en IA. La meta es evitar una nueva forma de colonialismo digital, donde las naciones más pobres queden relegadas a meras consumidoras de herramientas diseñadas en el extranjero.
Mientras gigantes como OpenAI, Google o Meta avanzan en modelos cada vez más complejos, la cumbre de los BRICS envía un mensaje claro: el futuro de la inteligencia artificial no puede escribirse sin consensos globales. La pregunta ahora es si Occidente escuchará.
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