En el panorama global de la lucha contra la corrupción, América Latina se destaca como una región con desafíos particularmente acuciantes. El Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) 2024, elaborado por Transparencia Internacional, ofrece una visión detallada de cómo las naciones de este continente están enfrentando este problema endémico.
El IPC evalúa a 180 países utilizando datos de fuentes externas como el Banco Mundial y el Foro Económico Mundial, junto con la percepción de expertos y empresarios sobre la corrupción en el sector público.
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La puntuación varía de 0 a 100, donde 0 indica una percepción de corrupción extrema y 100, una transparencia total.
Según Transparencia Internacional, una puntuación por debajo de 50 sugiere serios problemas de corrupción.
En América Latina, Venezuela se destaca como uno de los ejemplos más notorios de corrupción, con un puntaje de solo 10 puntos, lo que la sitúa entre los países más corruptos del mundo. Este bajo puntaje refleja una falla institucional y una crisis política y económica que ha exacerbado la corrupción a niveles alarmantes.
La situación en Venezuela ilustra cómo la corrupción puede desestabilizar un país, afectando todos los aspectos de la vida pública y privada.
En contraste, Uruguay brilla como un faro de transparencia en la región, obteniendo 76 puntos y superando incluso a naciones desarrolladas como Alemania, Japón y el Reino Unido. Este éxito puede atribuirse a políticas robustas de transparencia, acceso a la información y un sistema judicial relativamente independiente.
Ranking de países de Latam y el Caribe con mejor calificación en el Índice de Percepción de Corrupción
A pesar de ser una de las economías más grandes de Latinoamérica, Colombia ha visto una ligera disminución en su puntaje del IPC, pasando de 40 a 39 puntos.
La administración del presidente Gustavo Petro ha sido cuestionada por su capacidad para priorizar la lucha contra la corrupción, enfrentando múltiples escándalos que han socavado la confianza pública. La situación en Colombia demuestra la necesidad de un liderazgo fuerte y comprometido para combatir la corrupción de manera efectiva.
Con un puntaje de 37, Argentina muestra una estasis en su lucha contra la corrupción, especialmente bajo la nueva administración de Javier Milei.
Se ha observado una reducción tanto en la cantidad como en la calidad de las respuestas a solicitudes de acceso a la información, lo cual limita la transparencia y la rendición de cuentas.
Argentina enfrenta el desafío de implementar reformas que realmente aborden la corrupción y fortalezcan la confianza pública en las instituciones.
Situado en la posición 140 a nivel mundial y 23 en la región, México enfrenta una incertidumbre significativa respecto a la implementación de reformas anticorrupción.
La persistencia de la impunidad en casos de alto perfil como Odebrecht y la «Estafa Maestra» ilustra una justicia selectiva y una falta de sanciones eficaces. México necesita urgentemente fortalecer su sistema judicial y asegurar que las leyes anticorrupción se apliquen de manera equitativa.
Con un puntaje de 34 y en el lugar 107 del ranking global, Brasil ha alcanzado su peor posición histórica en el IPC.
Según Bruno Brandao de Transparencia Internacional Brasil, el país ha experimentado un retroceso en la lucha contra la corrupción, con políticas que parecen más bien promover la captura del Estado por intereses corruptos. Brasil debe reevaluar sus estrategias y fortalecer sus instituciones para revertir esta tendencia negativa.
Con una puntuación de 36, República Dominicana muestra avances modestos en la lucha contra la corrupción, mejorando su posición en el IPC. Sin embargo, el país aún enfrenta desafíos significativos. Fuentes en línea destacan que, a pesar de algunos progresos notables, el país tiene «un largo camino por recorrer» según Transparencia Internacional.
República Dominicana ha mejorado su puntuación en comparación con años anteriores, lo cual puede atribuirse a esfuerzos gubernamentales por aumentar la transparencia y combatir la corrupción, aunque las prácticas de corrupción siguen siendo una preocupación.
Se ha observado que mientras hay iniciativas para fortalecer las instituciones y la rendición de cuentas, la implementación y el compromiso con reformas profundas son áreas que necesitan más atención para consolidar estos avances.
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