La catedral de Notre Dame, devastada por un incendio en abril de 2019, abrió nuevamente sus puertas en una ceremonia cargada de simbolismo, espiritualidad y política internacional. Un evento que marcó un hito no solo para Francia, sino para el mundo, al resurgir como un faro de esperanza y unidad en un contexto de agitación global.
La reapertura oficial comenzó con un rito solemne encabezado por el arzobispo de París, Laurent Ulrich. Portando una cruz hecha de madera recuperada del incendio, el arzobispo golpeó las puertas de la catedral tres veces. Con este acto, se dio inicio al renacimiento de uno de los monumentos más emblemáticos de la humanidad.
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Dentro de la restaurada nave gótica, el poderoso órgano de Notre Dame, silenciado durante cinco años, resonó nuevamente. La ceremonia, diseñada para celebrarse en el atrio, fue trasladada al interior debido a los fuertes vientos de diciembre, pero no perdió su majestuosidad.
La gran reapertura de la catedral de Notre Dame en París reunió a unos 1,500 líderes y dignatarios de todo el mundo, subrayando la importancia cultural y espiritual de este emblemático monumento. Entre los asistentes destacaron figuras de relevancia internacional, como el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump; la primera dama saliente, Jill Biden; el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski; y la primera ministra italiana, Giorgia Meloni. La realeza europea también tuvo presencia notable con la asistencia del príncipe Guillermo de Gales y los reyes de Bélgica, Felipe y Matilda.
El presidente francés, Emmanuel Macron, junto a su esposa, Brigitte, llegó al evento más tarde debido a una reunión diplomática clave en el Palacio del Elíseo. En este encuentro, Macron logró mediar un diálogo histórico entre Trump y Zelenski, marcando la primera interacción directa entre ambos desde la victoria electoral del líder republicano en noviembre.
Durante la ceremonia, el príncipe Guillermo y Donald Trump mantuvieron una reunión privada en la residencia del embajador británico en París. En un intercambio ameno, el príncipe comentó con humor sobre la necesidad de «calentarse los pies» tras el frío de la catedral, mientras Trump elogió su desempeño, calificándolo de «fantástico».
Volodímir Zelenski, fiel a su estilo, asistió con su característico atuendo militar de chaqueta y botas. Macron facilitó una conversación de 20 minutos entre Trump y Zelenski, que el líder ucraniano describió como “buena y productiva”. Además, el presidente francés posó para fotografías junto a ambos líderes, consolidando su papel como anfitrión diplomático en un evento de alto perfil.
Gerard Araud, ex embajador francés en Washington, definió las interacciones diplomáticas de Macron como un «golpe estratégico». Estos logros diplomáticos se producen en un contexto complicado para Macron, quien recientemente enfrentó una moción de censura histórica en la Asamblea Nacional y la renuncia de su primer ministro, Michel Barnier. Sin embargo, el presidente francés reafirmó su compromiso de permanecer en el cargo hasta el final de su mandato en 2027, mostrando su determinación de liderar a Francia en tiempos de desafíos políticos y socialesElon
Musk aterrizó en la tarde del sábado en el aeropuerto de Le Bourget, al norte de París, frecuentemente utilizado por aviones privados. Su presencia no había sido anunciada previamente. Antes de ingresar, Musk tomó una fotografía de las majestuosas puertas y publicó en su red social un video del techo abovedado con el mensaje: «Magnificat Catedral».
Durante el evento, Musk tuvo un intercambio con Trump, quien estaba sentado en la primera fila como invitado de honor. Ambos líderes han fortalecido su relación desde que Trump ganó la reelección en noviembre, consolidando su influencia mutua en ámbitos políticos y tecnológicos.
La restauración de Notre Dame, completada en solo cinco años, fue un logro monumental. Más de 42,000 metros cuadrados de mampostería fueron restaurados, junto con la icónica aguja y el techo, compuesto por 2,000 vigas de roble conocidas como «el bosque».
El gran órgano de la catedral, con 7,952 pipas, también fue meticulosamente restaurado, recuperando su capacidad para llenar la nave con música sacra. Durante la ceremonia, el arzobispo Ulrich pronunció: “Despierta, órgano, instrumento sagrado”, dando inicio a una sinfonía que emocionó a los presentes.
La reapertura de Notre Dame coincidió con un momento político complejo para Macron, quien enfrenta desafíos internos significativos. La ceremonia se convirtió en un símbolo de resiliencia y unidad nacional, un «rayo de esperanza» en palabras del propio presidente.
Además, la seguridad fue máxima durante todo el evento, con medidas extraordinarias para proteger a los asistentes. La Île de la Cité, hogar de la catedral, fue cerrada al público general, y se habilitaron áreas de visualización para 40,000 personas a lo largo del Sena.
La reapertura de la catedral resonó más allá de las fronteras de Francia. Para el rector de Notre Dame, Olivier Ribadeau Dumas, el monumento es “un magnífico símbolo de unidad”. Esta ceremonia no solo celebró la resiliencia de la catedral, sino también su capacidad para inspirar a personas de todo el mundo.
El reverendo ucraniano Andriy Morkvas expresó su esperanza de que la revitalización de Notre Dame inspire la paz en Ucrania, mientras que visitantes internacionales, como la canadiense Noelle Alexandria, destacaron la capacidad del monumento para renacer de las cenizas y seguir siendo un faro de esperanza.
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