La economía global ha demostrado una capacidad de resistencia notable en los últimos años, destacándose por su capacidad de mantener cierta estabilidad a pesar de desafíos significativos. Sin embargo, esta situación enfrenta una serie de riesgos que podrían amenazar su estabilidad a largo plazo.
Según el último informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), se presentan múltiples desafíos emergentes que requieren atención inmediata y acciones coordinadas para garantizar la sostenibilidad del crecimiento mundial.
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El contexto económico actual muestra señales alentadoras, como una mayor estabilidad en el crecimiento de varias economías avanzadas y emergentes, junto con una disminución de las tasas de inflación global.
Estas mejoras han contribuido a una resiliencia económica frente a las adversidades recientes, como las crisis derivadas de la pandemia. Sin embargo, la OCDE advierte que estos avances son frágiles, ya que las disparidades entre los niveles de desarrollo de distintas regiones y las incertidumbres geopolíticas y comerciales siguen siendo factores de preocupación.
La desigualdad en el crecimiento económico entre países plantea un desafío crítico. Mientras algunas naciones han logrado consolidar su recuperación gracias a políticas fiscales y monetarias adaptativas, otras enfrentan obstáculos como altos niveles de deuda, baja productividad y falta de infraestructura básica.
Estas diferencias limitan el impacto positivo de la recuperación global, haciendo que los logros recientes sean desiguales y, en muchos casos, insostenibles.
El aumento de las tensiones comerciales y el proteccionismo son considerados por la OCDE como uno de los principales riesgos para la estabilidad económica global. Políticas como el establecimiento de barreras arancelarias amenazan con interrumpir las cadenas de suministro internacionales, elevar los costos para los consumidores y desacelerar el ritmo de crecimiento económico.
El impacto de estas políticas sin dudas afecta a las economías directamente involucradas en disputas comerciales y también tiene repercusiones en otras regiones interconectadas a través del comercio global. Las restricciones al comercio pueden generar una disminución de la inversión, la pérdida de empleos y un aumento en los precios, lo que repercute negativamente en la confianza económica mundial.
A las tensiones comerciales se suman los conflictos geopolíticos como una amenaza adicional. La inestabilidad en regiones estratégicas puede generar disrupciones en el comercio global y en los mercados energéticos, lo que a su vez eleva los costos de la energía y crea incertidumbre en los mercados financieros.
Estas dinámicas no solo afectan a los países involucrados en los conflictos, sino que tienen un efecto dominó en la economía global, perjudicando tanto a consumidores como a empresas.
El informe de la OCDE también pone de relieve el aumento de la deuda pública como un desafío significativo. Las proyecciones indican que los países del G7, salvo Italia y Japón, incrementarán sus niveles de endeudamiento hasta alcanzar un promedio del 117 % del PIB para 2026. Este crecimiento en la deuda, impulsado por políticas fiscales expansivas en respuesta a la pandemia, plantea dudas sobre la sostenibilidad de las finanzas públicas a largo plazo.
El manejo adecuado de la deuda es crucial, ya que niveles elevados pueden limitar la capacidad de los gobiernos para responder a futuras crisis y mantener inversiones en áreas críticas como infraestructura, salud y educación.
En este entorno complejo, las políticas monetarias y fiscales juegan un papel central en la gestión de riesgos. La OCDE recomienda a los bancos centrales de las economías avanzadas mantener políticas de relajación monetaria, pero con un enfoque prudente para evitar desestabilizar los mercados financieros y las expectativas de inflación. Asimismo, se insta a los gobiernos a utilizar el contexto actual para fortalecer las finanzas públicas, impulsando un crecimiento más equilibrado y sostenible.
Uno de los mensajes clave del informe de la OCDE es la importancia de la cooperación internacional para abordar los desafíos globales. La coordinación entre países en políticas monetarias, fiscales y estructurales no solo puede mitigar los riesgos actuales, sino también crear una base sólida para un crecimiento económico inclusivo y resistente en el futuro.
La cooperación es especialmente crítica en áreas como el comercio internacional, la lucha contra el cambio climático y la gestión de la deuda. Sin un enfoque colaborativo, el progreso logrado en los últimos años podría verse seriamente comprometido.
El panorama que presenta la OCDE es a la vez una advertencia y un llamado a la acción. Aunque la economía mundial ha mostrado signos de recuperación, los riesgos son significativos y no deben ser ignorados. Las decisiones políticas en los próximos años serán cruciales para determinar si la economía global puede superar los desafíos actuales y construir un futuro más próspero y equitativo.
La clave estará en la capacidad de los líderes mundiales para priorizar la estabilidad económica, promover políticas inclusivas y fomentar la cooperación internacional. Solo mediante acciones concertadas será posible proteger los logros alcanzados y garantizar un crecimiento sostenible a largo plazo.
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