La sostenibilidad están en el centro de la discusión y planificación diaria de empresas e instituciones. La conciencia de que las prácticas respetuosas con el medioambiente son necesarias marca las decisiones de negocios o las legislaciones en todos los sectores y lugares del planeta. Los objetivos ESG (environmental, social and governance) están llamados, por tanto, a guiar el camino.
En este escenario, el Foro Económico Mundial tiene tres recomendaciones clave para que los ejecutivos o CEO alcancen sus metas en este terreno y creen valor a largo plazo. Son estas:
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La primera recomendación tiene que ver con un enfoque tradicional que el Foro Económico Mundial apuesta por modificar radicalmente. Habitualmente, los cambios de procesos relacionados con el medioambiente se han visto como costes o gastos obligatorios para adaptarse a normativas.
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Esta visión implica que el proceso termina cuando se cumple la norma, y no se convierte en una nueva forma de producir, vender o relacionarse con el entorno. Para que los criterios ESG sean rentables y efectivos, resulta clave que se conviertan en un objetivo estratégico y, por tanto, sean considerados como una inversión.
Cambiar el modo de pensar permitirá a las empresas obtener una ventaja competitiva de gran valor a todos los niveles.
El Foro pone un ejemplo concreto. Según sus datos, la agricultura y la ganadería «representan el 26 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, el 70 % de la extracción mundial de agua dulce y el 50 % del uso de la tierra habitable del planeta».
Si los participantes en la industria convierten los ESG en objetivos a medio y largo plazo, reducirán los daños que sufren los recursos naturales que necesita el sector. Así, toda la cadena de valor se beneficiará, mejorando los medios de vida y los ingresos.
De nuevo, se trata de dar un giro en la forma de plantear las políticas de empresa sostenibles. El Foro anima a aparcar la visión cortoplacista, de objetivos y métricas interanuales, para pasar a una estrategia a largo plazo, que apueste por sentar las bases de una nueva forma de hacer las cosas.
Para ello, es importante observar cómo se mueve el mercado y cómo reacciona a las prácticas sostenibles. Después, se toman decisiones y se trabaja para mostrar su efectividad.
Cuando se logre una conexión entre lo que busca el mercado y lo que ofrece la empresa en términos de sostenibilidad, la ventaja competitiva estará lograda y asentada para un futuro prometedor a todos los niveles
El Foro apuesta por un «enfoque ecosistémico» de las empresas para hacer frente a los retos ambientales del presente y el futuro. Es decir, los cambios trascendentales vendrán de la mano de la cooperación y la sintonía de todos lo actores que participan en un determinado sector.
«Como primer paso, se necesitan nuevas plataformas estratégicas que puedan proporcionar las estructuras de gobernanza y compromiso necesarias para facilitar la colaboración en todo el sistema», reclama el organismo. A partir de esas estructuras, las empresas y, de su mano, su sector alcanzarán los ESG, creando valor y sostenibilidad no sólo a corto, sino a largo plazo.
De nuevo con la industria alimentaria como ejemplo, el Foro señala que cada actor (productor, procesador, distribuidor, minorista…) necesita tener unos ESG rentables para que todo funcione. De lo contrario, dejarán de participar, afectando al resto de la cadena, especialmente a los eslabones más débiles.
«Necesitamos una nueva hoja de ruta que nos permita medir y asignar valor al impacto ESG y eliminar las barreras que impiden la comercialización con éxito de las iniciativas ESG», concluyen las recomendaciones del Foro, que confirman a la sostenibilidad como uno de los elementos clave del debate económico y empresarial.
No es para menos. Según estimaciones del propio Foro, el cambio climático podría causar una caída del Producto Interno Bruto mundial del 18 % para 2050. Un dato alarmante que, unido a la incertidumbre global, invita a reflexionar, cambiar modelos de actuación y trabajar de manera conjunta.
Borja Santamaría
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