La agenda 2030 comienza a sonar como una estrategia meramente política, pero la verdad es mucho más que eso. Se requiere de un trabajo conjunto de los sectores públicos y privados para lograrlo, se necesitan 131 billones de dólares para alcanzar la neutralidad del carbono en 2050, según la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA).
Cuando se trata de abordar el tema de emisiones cero, es bastante difícil para los países más industrializados abordar los objetivos. Las economías emergentes no pueden hacer lo mismo, de acuerdo a IRENA, que ayuda a los países a pasar de formas de energía ‘sucia’ a otras más limpias y con menos emisiones de carbono.
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El acceso a la energía es vital para los países en desarrollo, por ejemplo, India dice que aunque está eliminando las centrales de carbón, este combustible seguirá representando el 30% de su cartera de electricidad en 2040. Además, los países emergentes carecen de acceso a la financiación y a las tecnologías, lo cual es digno de mención si tenemos en cuenta los 131 billones de dólares que, según IRENA, se necesitan para alcanzar la neutralidad de carbono en 2050.
¿Cuál es entonces el camino a seguir para mantener el calentamiento global en un 1,5% para 2050 y mantener las emisiones de carbono en cero para 2050? De acuerdo al IRENA, el camino no debe ser diferente para los países en desarrollo y los desarrollados. «El petróleo, el carbón y el gas natural pueden desempeñar una función, pero es la peor opción. Los países en desarrollo pueden dejarles atrás. Tiene que ser un esfuerzo común… Los nuevos sistemas energéticos estarán descentralizados», ha asegurado Francesco La Camera, Director General de IRENA.
Ya hay 170 países del mundo con objetivos de energía limpia, lo que es posible gracias a la abundancia de recursos sostenibles que son rentables y que pueden ampliarse. Y la descarbonización está directamente ligada a la electrificación. En 2050, la electricidad representará más del 50% del uso final de la energía, frente al 21% actual. Un consumo que con el incremento del desarrollo de Smart Cities podría incrementarse de no comenzar a tomar las medidas necesarias para producir el cambio de fuentes energéticas.
La buena noticia es que las principales economías del mundo se están comprometiendo con objetivos de cero emisiones netas para 2050, mientras que los mercados financieros están recompensando las tecnologías sostenibles: IRENA afirma que, en 2020, el índice S&P Clean Energy de valores de energía limpia subió un 138%, en comparación con el índice S&P Energy, con un alto contenido de combustibles fósiles, que bajó un 37%. Además, la inversión en tecnología limpia crea tres veces más puestos de trabajo que los combustibles fósiles por cada millón de dólares de gasto.
Mientras tanto, el Presidente de China, Xi, declaró ante la Asamblea General de la ONU que su país alcanzaría el pico de emisiones de CO2 en 2030 y que sería neutral en cuanto a las emisiones de carbono en 2060. La clave de este esfuerzo es el compromiso de China de reducir su dependencia del carbón, que actualmente representa el 66% de su cartera de generación eléctrica. Su objetivo inmediato, sin embargo, es reducir ese porcentaje al 59% y aumentar el uso del gas natural al 7,5%. Y quiere que la energía sostenible pase del 15% actual al 30% en 2050.
Al mismo tiempo, el continente africano quiere dar el salto a la era de las energías renovables, al igual que hizo con los teléfonos móviles. Para ello, la Comisión Europea ha movilizado unos 50.000 millones de dólares en inversiones sostenibles para África. Y empresas como General Electric, ABB, Alstom, Siemens y Schneider Electric están trabajando para electrificar el continente.
Sin embargo, el Grupo Internacional de Expertos sobre el Cambio Climático, así como el Instituto del Cambio Global de la Universidad de Witwatersrand (Sudáfrica), afirman que las temperaturas en el sur de África podrían alcanzar entre 5 y 6 grados centígrados a finales de siglo si se mantienen las emisiones globales.
A nivel mundial, el número de catástrofes relacionadas con el clima, como el calor extremo, las sequías, las inundaciones y las tormentas, se ha duplicado desde principios de la década de 1990, según la ONU, con una media de 213 de estos sucesos cada año entre 1990 y 2016. En los últimos diez años, de hecho, los desastres relacionados con el clima afectaron a una media de 16 millones de personas y han causado miles de millones de dólares en daños ecológicos.
«El reto de la transformación aún puede alcanzarse«, afirma La Camera. «La transición energética ya se está produciendo. Las renovables son la forma de energía más barata y representan un tercio de la capacidad mundial… Pero cuanto más retrasemos las acciones, menos eficaces serán. Intentamos subrayar que el camino hacia los 1,5 grados centígrados es muy estrecho. Si no empezamos ahora, nunca lo conseguiremos».
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