Parece que la tercera década del siglo XXI no planea dar tregua. Así, al menos, lo advierte Agustín Carstens, presidente del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés). El mandatario ha convocado para finales de mes una reunión de los integrantes de los bancos nacionales. El objetivo, identificar el cisne verde. O lo que es lo mismo: la nueva amenaza que vuela sobre la economía.
La conferencia Green Swan 2022 comenzará el 31 de mayo y se prolongará durante dos días. En ella, las instituciones tratarán de anticiparse al próximo gran golpe que puede hacer tambalear el sistema financiero, y que estaría relacionado con el cambio climático. Los temas sobre los que girará el evento serán, de hecho, la política monetaria y el papel de las finanzas en la transición climática.
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Pero, ¿por qué cisne verde? El término nace del libro de Nassim Nicholas Taleb titulado ‘El cisne negro: el impacto de lo altamente improbable’. La obra, escrita en 2007, trata sobre una amenaza con tres características que la convierten en especialmente peligrosa: es extraordinariamente inesperada, el daño que causa es desproporcionado y se explica a posteriori.
Un libro que supuso una escalofriante premonición. 13 años después, llegó una pandemia mundial que encajaba como un guante con la descripción del cisne negro. Así, en 2020 el BIS acuñó el término «Cisne verde», con el que tituló un libro que analizaba el impacto del cambio climático en la crisis financiera.
Hace un año, Carstens convocó la Green Swan 2021. En aquella ocasión, la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, lanzó un SOS: los activos de los bancos pierden valor por el cambio climático, poniendo en riesgo el sistema financiero.
La preocupación está cada vez más viva, por lo que las instituciones financieras volverán a reunirse para estudiar sus planes de actuación de cara a frenar el futuro golpe, todavía de consecuencias desconocidas.
Un ejemplo de las heridas que la naturaleza causa en el sistema financiero son las catástrofes. Además de los desgraciados daños personales directos, los incendios, huracanes, inundaciones o emergencias sanitarias penetran en las venas de las economías. Dañan la producción, destruyen infraestructuras y provocan aumentos de precios.
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Todo un «efecto cascada» que termina afectando a todos los sectores. No se libran, por ejemplo, compañías de seguros, bancos o intermediarios. La situación puede acabar derivando en una crisis financiera global.
El cisne verde también podría llegar en forma de cambios estructurales, como modificaciones abruptas en la legislación o pérdidas repentinas en las inversiones, que tengan cuestiones climáticas en su raíz. Son los llamados «riesgos de transición», que también están sobre la mesa.
Incluir estos riesgos climáticos en la cultura de riesgos de las entidades financieras es un reto a tratar en este Green Swan 2022. El cisne verde está llamado a marcar la gestión económica de bancos nacionales y supranacionales en un corto plazo.
(RM)
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