China inició la semana con el anuncio de su banco central (el Banco Popular de China) de que rebajaba en 10 puntos básicos su tipo de referencia para préstamos, del 3.55 % al 3.45 %.
De acuerdo con la agencia de noticias EFE, la tasa referencial para créditos (LPR) a un año había registrado su última variación en junio, cuando el banco central la recortó desde el 3.65 %.
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Este indicador, establecido como referencia para los tipos de interés en 2019, sirve para fijar el precio de los nuevos créditos -generalmente, para empresas- y de los de interés variable.
Su cálculo se lleva a cabo a partir de las contribuciones a los precios de una serie de bancos y tiene por objetivo rebajar los costes del endeudamiento y apoyar a la «economía real«.
Sin embargo, la LPR a cinco años o más -de referencia para préstamos hipotecarios– no registró cambios al permanecer en el 4.2 %.
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Tras un prometedor inicio de año, la recuperación pospandémica de la economía china da síntomas de haberse frenado, creciendo menos de lo esperado en el segundo trimestre (+6.3 % interanual).
La baja demanda nacional e internacional, riesgos de deflación y estímulos insuficientes, junto con una crisis inmobiliaria que no ha tocado fondo y una falta de confianza en el seno del sector privado son las principales causas que esgrimen los analistas para explicar lo que ocurre en la segunda mayor economía mundial.
Li Qiang, primer ministro chino, había propuesto la semana previa medidas para lograr los objetivos económicos anuales, en un momento en el que la recuperación pospandémica de la economía china da síntomas de haberse frenado.
Según el primer ministro, se harán esfuerzos para «mejorar el entorno de desarrollo para las empresas privadas», «optimizar la estructura del comercio exterior» y «atraer y utilizar mejor el capital extranjero».
Tras un prometedor inicio de año, el China creció menos de lo esperado en el segundo trimestre (+6.3 % interanual).
La baja demanda nacional e internacional, riesgos de deflación y estímulos insuficientes, junto con una crisis inmobiliaria que no ha tocado fondo y una falta de confianza en el sector privado son las principales causas que esgrimen los analistas para explicar lo que ocurre en la segunda mayor economía mundial.
El pasado marzo, las autoridades chinas se fijaron un objetivo de crecimiento de «alrededor del 5 %» para este año.
Apenas la semana pasada, la inmobiliaria Evergrande se declaró en bancarrota en los Estados Unidos, a través de su filial, Tianji Holdings.
Evergrande anunció pérdidas netas atribuidas de ¥476,035 millones de yuanes (US$66,409 millones) en 2021 y de ¥105,914 millones de yuanes (US$14,775 millones) en 2022.
Gabriel Rico Albarrán, con información de EFE
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