Por primera vez desde el reciente aumento de aranceles, el Gobierno chino reconoció públicamente que está “evaluando” la posibilidad de iniciar negociaciones comerciales con Estados Unidos. Esta declaración, emitida por el Ministerio de Comercio del país asiático, representa un cambio en el tono oficial tras semanas de enfrentamientos económicos.
Según el comunicado, “recientemente, la parte estadounidense ha transmitido en varias ocasiones, a través de los canales pertinentes, su deseo de iniciar conversaciones con la parte china”. Ante este interés, China afirma que se encuentra en fase de análisis, sin comprometerse aún a establecer una mesa de diálogo formal.
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El Ministerio chino también aprovechó para reafirmar su enfoque ante el conflicto comercial. “La posición de China ha sido siempre coherente: si tenemos que pelear, pelearemos hasta el final; si tenemos que hablar, la puerta está abierta”, afirmó el texto. Esta dualidad revela una estrategia que combina disposición al diálogo con una actitud de firmeza ante presiones externas.
No obstante, desde Pekín se advierte que cualquier posible negociación deberá estar precedida por la eliminación de las “erróneas medidas arancelarias unilaterales” impuestas por Washington. De lo contrario, “quedará en evidencia una total falta de sinceridad y se dañará aún más la confianza mutua entre ambas partes”.
La respuesta china también arremetió contra lo que considera prácticas de coerción. “Decir una cosa y hacer otra, o incluso intentar usar las negociaciones como pretexto para ejercer coerción y chantaje, no funcionará con China”, sentenció el comunicado, dejando claro que cualquier intento de presión estratégica será rechazado.
Estas afirmaciones llegan días después de que el presidente Donald Trump declarara que China está siendo “duramente golpeada” por los aranceles. “En algún momento espero que lleguemos a un acuerdo. Estamos hablando”, declaró el mandatario, quien asegura que existen conversaciones activas, aunque China lo ha negado previamente.
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La escalada arancelaria entre ambas potencias continúa agravando el panorama económico internacional. Desde principios de abril, EE. UU. ha impuesto aranceles de hasta el 145 % sobre productos chinos. En respuesta, China implementó gravámenes de hasta el 125 % sobre importaciones estadounidenses.
Ambos países parecen atrapados en una dinámica de represalias, mientras el mundo observa con atención si estas recientes señales de apertura lograrán transformar el conflicto en una oportunidad de reconciliación. Por ahora, la incertidumbre persiste, y cualquier resolución dependerá de gestos concretos más allá de las declaraciones públicas.
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