Un modelo de educación integral y diferenciada - Revista Mercado

Un modelo de educación integral y diferenciada

Por Jhojhanni Fiorini | abril 7, 2025


Saint Joseph School celebra un cuarto de siglo siendo pionera en una propuesta educativa que pone al estudiante en el centro. Este enfoque ha marcado la diferencia. Desde sus inicios, ha apostado por una educación personalizada y una comunidad educativa sólida. Hoy, reafirma ese compromiso con miras al futuro.

«Hemos trabajado siempre para promover en los estudiantes una cultura sostenible», afirma Armina Peña, directora ejecutiva del centro.

Educación diferenciada: clave del éxito

En un mundo cada vez más cambiante, adaptarse al ritmo y capacidades de cada alumno es fundamental. Saint Joseph lo entendió desde el primer día. «Promovemos la educación diferenciada», explica Peña, «donde trabajamos en resaltar las habilidades y necesidades propias e individuales de cada estudiante.»

Este modelo permite a los alumnos crecer en sus propios términos, fortaleciendo sus talentos únicos. Así, se preparan para la vida de forma auténtica y con propósito. Además, se fomenta una mentalidad de crecimiento, que impulsa el desarrollo emocional, físico, social e intelectual. Cada experiencia cuenta.

Uno de los sellos distintivos del centro es su entorno escolar. No solo se aprende, sino que también se construyen vínculos significativos entre estudiantes, docentes y familias. «Trabajamos para promover un ambiente caracterizado por ser muy seguro, a la vez muy abierto y positivo», destaca Peña. «Queremos que haya confianza entre todos los que formamos parte de la familia San José.»

Ese sentido de comunidad refuerza los valores familiares y permite un acompañamiento más cercano. Es un modelo que genera bienestar.

Tecnología como aliada, no como protagonista

Desde su reapertura en 2011, el plantel actual fue concebido bajo un concepto moderno, con la tecnología como uno de sus pilares. Pero su implementación ha sido estratégica. «La tecnología bien usada, como apoyo y no como eje central, siempre será positiva», asegura la directora. Es decir, se utiliza para enriquecer la experiencia educativa, no para reemplazarla.

La innovación forma parte del ADN de Saint Joseph, pero con una visión humana y consciente. Cada recurso debe sumar al aprendizaje. La sostenibilidad es otra dimensión clave de la filosofía del centro. Esto se traduce en acciones concretas y visibles dentro de sus instalaciones.

«Hemos instalado más de 500 paneles solares, los cuales cubrirán el 70% del consumo energético de nuestro plantel escolar», comenta Peña con orgullo.

Este tipo de iniciativas demuestra que la educación sostenible no es solo un concepto, sino una práctica viva. El ejemplo se convierte en herramienta pedagógica.

Más allá del aula: una formación integral

El horario extendido hasta las 6 de la tarde permite a los estudiantes seguir desarrollándose en múltiples áreas de interés. Las opciones son amplias y variadas. Desde robótica y programación, hasta danza, arte y deportes, cada niño tiene la oportunidad de explorar sus pasiones. Esto completa el círculo de formación integral.

«Así nos aseguramos de que puedan desarrollarse social, física y emocionalmente», señala Peña. Cada espacio es una nueva oportunidad de crecimiento. Además, se ofrecen proyectos cocurriculares y competencias que permiten afianzar lo aprendido desde diferentes perspectivas. El aprendizaje no tiene límites.

Para que un modelo educativo funcione, debe existir coherencia entre lo que se enseña y lo que se vive en casa. En Saint Joseph, ese vínculo se cuida con esmero.

«Contamos con familias que comparten nuestros valores, lo cual facilita una formación coherente e integral», explica Peña. La alianza hogar-escuela es vital.

Gracias a esta sintonía, los estudiantes logran desarrollar una mentalidad de servicio y conciencia social. El aprendizaje se convierte en experiencia.

Una escuela con mirada internacional

Saint Joseph también se distingue por su carácter global. Con una comunidad multicultural y programas de intercambio, sus estudiantes crecen con una visión amplia del mundo. «Participamos en viajes internacionales y competencias con otras escuelas, lo cual enriquece la experiencia cultural de nuestros alumnos», comenta la directora. Además, el colegio cuenta con certificaciones internacionales que respaldan su calidad educativa. Sin embargo, esto es solo el punto de partida.

«No podemos quedarnos en el cumplimiento de estándares. Debemos ir un paso más allá y provocar el descubrimiento de habilidades únicas en cada estudiante.»

Cada estudiante tiene un perfil distinto, con intereses y motivaciones propios. Al reconocerlo, Saint Joseph logra formar una comunidad diversa, rica y auténtica. «Cuando hacemos de esto un ejercicio diario, logramos una comunidad educativa muy rica en talentos», enfatiza Peña. «Así, desarrollamos una escuela verdaderamente inclusiva.»

En este ecosistema de aprendizaje personalizado, todos tienen un espacio. La diversidad se celebra y se potencia en cada rincón del colegio.

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