Janelle Ramos – Directora Corporativa de Gestión Humana de El Catador nos habla del legado de Giuseppe Bonarelli Pascale y su pasión por el arte culinario han dado vida a El Catador, una empresa que trasciende la mera venta de vinos y bebidas. La historia de El Catador se entrelaza con la misión de enriquecer las mesas dominicanas mediante productos de calidad, pero más allá de esto, el corazón de la empresa late al ritmo de su compromiso con el talento humano.
Desde su fundación, El Catador ha comprendido que cada colaborador juega un rol esencial en su ciclo de vida, y es ahí donde la compañía brilla. Su enfoque se centra en atender a los empleados en cada etapa de su trayectoria, asegurando que cada uno no solo crezca profesionalmente, sino que también se sienta parte de una verdadera familia. Este sentido de pertenencia es vibrante en cada rincón de sus tiendas y oficinas, donde el entusiasmo por los productos se contagia y se vive con intensidad.
«La pasión por nuestros clientes y el desarrollo que apreciamos desde la primera persona que abre la puerta hasta el último piso de la empresa.»
El compromiso de El Catador con la capacitación de su personal es integral. La empresa reconoce la importancia de estar al par con las innovaciones tecnológicas del sector, sin dejar de lado el desarrollo de habilidades blandas. Desde la formación técnica hasta el impulso de líderes emergentes, cada etapa de este proceso es meticulosamente diseñada para cubrir las necesidades de crecimiento de los colaboradores. Así, los empleados de El Catador aprenden a navegar en un entorno que les brinda la oportunidad de escalar tanto horizontal como verticalmente dentro de la organización.
El ciclo de vida del talento se manifiesta en diversas formas: desde el momento de la incorporación, pasando por el desarrollo de competencias específicas, hasta la posibilidad de asumir roles de mayor relevancia. La relevancia de cada miembro del equipo es palpable y, más allá de ascender, muchos hallan satisfacción en especializarse en áreas que les apasionan. La filosofía que prima en El Catador es clara: cada colaborador tiene un lugar y todos cuentan.
Los valores que sustentan a El Catador son el hilo conductor que une a todos sus miembros. Esta cultura corporativa se inspira en la misma pasión que guiaba a su fundador y se refleja en el compromiso hacia su gente. Al abrir la puerta de una tienda o colaborar en el área administrativa, cada individuo siente que su contribución es fundamental para el éxito del negocio. Este fuerte sentido de comunidad ha llevado a El Catador a ser reconocida como una de las mejores empresas para trabajar en el país.
El Catador es más que una empresa; es un crisol de talentos apasionados que se esfuerzan por inspirar a otros. La narrativa de cada producto va más allá de su calidad, encierra historias de crecimiento, aprendizaje y, sobre todo, de la felicidad que brinda compartir un buen vino en buena compañía. En un mundo donde sobresale la competencia, El Catador se destaca por su enfoque humanista, por el compromiso con el desarrollo de cada uno de sus colaboradores y por su inquebrantable misión de transformar cada mesa en una celebración de la vida.
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