Muchos líderes necesitan que suceda algo extraordinario para hablar en las reuniones. Pero, ¿y si usted tiene el problema contrario y no parece dejar de hablar? Esto puede conducir a una frustración generalizada. Por un lado, los miembros de su equipo desean compartir sus propias ideas y, por el otro, su jefe desea conocer otros puntos de vista. En ese escenario, sus planteamientos se pierden; los interesados pierden la paciencia con su costumbre de dominar el turno de palabra y comienzan a dejar de escucharlo. Si sospecha que podría estar monopolizando la conversación en las reuniones, experimente con estas tácticas para ayudar a transmitir sus mensajes.
Estime qué tanto habló en la reunión. Pregúntese a usted mismo: “¿Hablé por encima de la gente?” Elabore su propio código de normas. Por ejemplo: “No hablaré en la reunión hasta que al menos otras dos personas hayan compartido su opinión”, “limitaré mi participación a un punto” o “mediré mi tiempo y me permitiré sólo tres minutos de intervención». Trabajar sobre esa base le ayudará a seleccionar mejor sus intervenciones.
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Si usted es muy creativo, quizás sea capaz de generar rápidamente una gran cantidad de ideas respecto a un tema. Sin embargo, si tiende a divagar al describir esas ideas, podría mostrarse disperso y mal preparado. Considere otras formas de organizar sus ideas y comunicarlas al público. Por ejemplo, ¿puede mantener en la computadora una lista continua de sus brillantes perspectivas, de forma que esté mejor preparado para compartirlas en la próxima reunión? O bien, ¿puede compartir ideas en una configuración que no sea de reunión, por ejemplo, en un correo electrónico de seguimiento o en una plataforma de chat interna?
Al hablar, asegúrese de que lo que está diciendo es necesario y persuasivo. Escriba los pensamientos que planee discutir en una reunión. Esto le ayudará a ver la cadencia en la forma de entregar ideas. Una vez que establezca un ritmo para comprimir sus pensamientos, no necesitará mucho tiempo para preparar y practicar.
¿Está dando a sus colegas tiempo suficiente para digerir lo que dice y hacer preguntas? De no ser así, bríndese a usted mismo una señal para hacer una pausa. Por ejemplo, un pequeño pellizco. Esta es una señal para respirar, dejar de hablar o hacer preguntas al grupo. Al reducir la velocidad y hacer pausas, podrá regular su impulso de compartir en exceso, y su mensaje tendrá más posibilidades de aterrizar.
Puede ser difícil saber, en el momento de la reunión, si está compartiendo demasiado. Una perspectiva fresca puede ofrecer una idea. Pida a un colega o asesor de confianza que le proporcione comentarios específicos. Un caso práctico y real: un líder de equipo estableció un acuerdo recíproco con un compañero de confianza. Se asegurarían de notar los patrones de cada uno y se reunirían una vez al mes para compartir sus perspectivas. Aunque es importante compartir su punto de vista, es fundamental saber cuándo y cómo.
Experimente con algunas o todas estas tácticas para asegurarse de que sus aportes sean escuchados.
Artículo de Harvard Business Review publicado en la edición de septiembre de la revista Mercado.
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