La ficción se ha apoderado de los entornos laborales, creando personajes que persiguen sus metas laborales a cualquier costo, incluso el de su propia salud, romantizando una conducta nociva y creando falsos héroes para las nuevas generaciones. Cada vez con más frecuencia aparecen estos workaholic como protagonistas que cada vez se incrementan más en la realidad, en tu lugar de trabajo y cuidado si no se trata de ti.
La firma americana Project Time Off creó un proyecto para concientizar sobre todo a los más jóvenes, que tienen una fuerte tendencia a renunciar a sus vacaciones y momentos libres. Los resultados arrojó que cerca del 48 % de los nacidos entre 1981 y 1997 creen que ser visto como mártires del trabajo es bueno y les dará la aceptación de sus jefes.
Aunque no se puede asegurar que todo lo que vemos en televisión es lo que marca la conducta del mundo real, son cada vez más las historias de oficina con personajes sacrificados, que más tarde se convierten en héroes. Incluso, una de las series que ocupa los primeros puestos en HBO, Succesion, expone todo un sistema de meritocracia con pocos valores, donde sus protagonistas viven una eterna lucha por el poder.
Al respecto, Rebeca Cáceres Alonso, Doctora en Psicología, psicóloga sanitaria y directora de Tribeca Psicólogos, conversó con Vogue. «Todos queremos ser ese personaje principal. Pensamos que así obtendremos una recompensa, el reconocimiento de que se nos vea capaces, exitosos y eficaces», dice la psicóloga.
De acuerdo a la especialista, esta conducta está «desconectando» a las personas de su bienestar, desconectando de sus necesidades con resultados terribles en la salud mental. «Aspectos como el presencialismo, la meritocracia, una exaltación de la cultura empresarial no hacen más que fomentar el estrés, la rivalidad y la división en los equipos. Estar más presente en el trabajo y cumplir con una check list, no te hace ser más productivo ni rendir más. Muchas de las empresas con esta visión son las que tienen mayores tasas de bajas laborales», dice Cáceres.
Por: Karime Rivas.
