Los tiempos están cambiando y queda de manifiesto la sororidad que, de pronto, la mujeres comienzan a mostrar hacia casos como el de Sanna Marin. Claro está, primero un grupo ha transformado la fiesta en una gran polémica, mientras que otro grupo se muestran bastante progresistas. Pero, ¿es esto realmente un progreso?
Apenas en el 2019, Marin se convirtió en la primera ministra más joven de Finlandia y el mundo. Desde entonces ha mostrado un asombroso liderazgo para afrontar la pandemia, se ha esforzado por el rápido ingreso del país a la OTAN y ha quedado probada su efectividad en medio de la crisis.
Accede a las historias más relevantes de negocios, bienestar y tecnología. Entérate de nuestros rankings y eventos exclusivos. Suscríbete y recibe en tu correo el mejor contenido de Mercado.
Recientemente, la mandataria ha sido objeto de críticas y falsas acusaciones luego de que se filtraran videos en que ella se veía bailando y cantando. Esta situación pone de manifiesto la doble exigencia que existe para las mujeres que ocupan cargos políticos, quienes deben constantemente justificar su presencia en el cargo, demostrando una y otra vez sus capacidades.
«Hay infinitos casos donde los hombres han estado en el ojo de la tormenta por cosas mucho peores, como lo de Berlusconi en Italia, hasta lo de Clinton, que sí fueron realmente casos de escándalo, no esto. Sin embargo, el tratamiento fue muy distinto», dijo a la agencia de noticias de argentina Télam la analista política Bárbara Bravi.
La sororidad quedó de manifiesto con los múltiples comentarios en apoyo a Marin, entre los que figura un Tuit de la exsecretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton.
Clinton publicó una foto de sí misma bailando en abril de 2012 en el café Habana de Cartagena, Colombia. «Sigue bailando…» es la frase con la que ha enviado ánimo a la primera ministra de Finlandia.
As Ann Richards said, «Ginger Rogers did everything that Fred Astaire did. She just did it backwards and in high heels.»
Here’s me in Cartagena while I was there for a meeting as Secretary of State.
Keep dancing, @marinsanna. pic.twitter.com/btAtUFOcNV
— Hillary Clinton (@HillaryClinton) August 28, 2022
Tras las falsas acusaciones, Sanna Marin se vio obligada a realizarse un test de drogas cuya resultado sería revelado en rueda de prensa. «Por mi propia protección legal, aunque considero que la exigencia de un test de drogas no es razonable, me he sometido a una prueba para borrar tales sospechas», dijo Marin en conferencia pública.
La curva más alta de esta polémica le llevó a declarar con voz quebrada, «Soy un ser humano. A veces también aspiro a la alegría, la luz y al placer en medio de oscuros nubarrones». Además admitió haber tenido una semana «bastante difícil», añadiendo: «Quiero creer que la gente observa todo lo que hacemos mientras trabajamos en lugar de lo que hacemos en nuestro tiempo libre».
Expertas como Mariel Lucero, docente en la Universidad Nacional de Cuyo y miembro de la Red de Politólogas #NoSinMujeres explicó ante Télam los constantes juicios hacia las mujeres.
«Cada vez que una mujer desempeña un cargo político alto y su gestión es contundente, su legitimidad es cuestionada con elementos ajenos al desarrollo de su profesión, como la apariencia, la sexualidad o la salud», dice.
Tal parece que la vara con que se mide a las mujeres en la política puede percibirse, en cierto modo, más alta que aquella que mide a los hombres. «Las mujeres son juzgadas como políticas y como mujeres. Tienen que cumplir tanto los ideales de lo que es ser mujer, como los ideales de lo que es ser política», dijo a Télam Nina Nyman, profesora en la Universidad Abo Akademi de Finlandia.
En el caso especial de Marin, la medida es mucho más alta por la edad. Y aunque siempre tendremos puntos de vista cruzados entorno a la línea que divide la vida pública y privada de los protagonistas políticos, cabe reconocer que queda mucho por crecer cuando se trata de medir a las mujeres en el ejercicio.
Por: KR.