El sesgo de género persigue múltiples campos del plano profesional de una mujer. El proceso de selección es uno de ellos. La sobrecualificación puede hacer que contraten a una mujer más fácil, pero no necesariamente esto es algo bueno, conoce por qué esto no va bien en tu currículum.
En un estudio realizado recientemente por la revista científica Organization Science y realizado por los investigadores Elizabeth Lauren Campbell (de la Rady School of Management, centro adscrito a la Universidad de California de San Diego) y Oliver Hahl (profesor en la Tepper School of Business, de la Universidad de Carnegie Mellon), fue extremadamente revelador al respecto.
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Los investigadores se inventaron varios curriculums con candidatos ficticios, que tenían en común la misma formación y nivel de experiencia. ¿La diferencia? Los nombres y el género, la mitad eran mujeres inventadas y la otra mitad eran varones.
En teoría los reclutadores tienen a rechazar a quienes están sobrecualificados por una razón muy simple. Los responsables de captar y retener el talento deben sopesar, entre otros factores, la probabilidad de que el candidato permanezca en el puesto asignado.
Desde esta perspectiva, tiene sentido rechazar a las personas que tienen cualificaciones tan elevadas que pronto podrían aburrirse o ser fichadas por la competencia. Hasta aquí todo bien.
Lo destacable de la investigación es que se comprobó que las empresas aplican esta lógica solo en los candidatos masculinos. Es decir, cuando ellos estaban frente a una mujer demasiado cualificada, la tendencia era a la contratación.
Aunque estar sobrecualificada puede parecer positivo, si lo miramos desde la perspectiva de alguien que lo que necesita es comenzar a trabajar. En la práctica son ellas las que se llevan el puesto. Sobrecualificadas, pero contratadas.
De acuerdo a las conclusiones del estudio, los responsables de Recursos Humanos asumen tácitamente que, por definición, un hombre está tan comprometido con su carrera que pronto dejará un puesto que le queda pequeño, ya sea por su propia ambición o la conciencia de su valía.
Sin embargo, si se trata de una mujer, se asume que lo más probable (según el análisis de los resultados) es que no despertará el interés de otras compañías, ni ella sentirá ser demasiado buena como para dejar el puesto.
Con estas conclusiones en mano, los investigadores realizaron una pequeña encuesta a los reclutadores. Estos respondieron que, por un lado, asumían que ellas ya eran víctimas de algún tipo de discriminación de género en su actual trabajo, y por tanto, deseaban irse a su compañía con urgencia. Y, por otro lado, pensaban que las mujeres valoraban más las relaciones humanas y sociales que los hombres.
De acuerdo a esta lógica, si en el nuevo puesto ella lograba cultivar una buena relación con sus compañeros y jefes, sería más difícil que abandonaran por un puesto más acorde a su formación, un vínculo a la empresa que no se cree que tengan los varones.
En resumen, en el mercado laboral, las mujeres deben estudiar más y trabajar más para llegar al mismo puesto que un hombre. Y, cuando lo consiguen, se entiende que se conformarán con una posición inferior de lo que aceptaría un hombre de su nivel.
Por: Karime Rivas.