Mañana se celebra Thanksgiving o Día de Acción de Gracias y es un buen momento para recordar todo por lo que debemos estar agradecidos y para pensar en hacer de las prácticas de gratitud un hábito constante. Son muchas las investigaciones que demuestran lo beneficioso que esta práctica puede ser para nuestro bienestar. Y aunque parezca una actividad bastante personal e íntima, la verdad es que puede trasladarse a los lugares de trabajo.
De hecho, si tomamos en cuenta el tiempo que pasamos trabajando, es el escenario perfecto para una práctica de gratitud. Desafortunadamente solemos pensar en nuestros lugares de trabajo como un lugar puramente transaccional, en el que debemos ser ‘profesionales’ y lo alejamos mucho de ser un ambiente de gratitud. Incluso, podemos llegar a pensar que no es profesional llevar cosas como el perdón, la gratitud o la compasión al lugar del trabajo.
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Por suerte, la pandemia ha creado una ventana de oportunidad para hacer un esfuerzo real; por incorporar las prácticas de gratitud en el lugar de trabajo. Los encierros nos han ayudado a apreciar el propósito y la camaradería que obtenemos en el trabajo. De hecho, el agradecimiento es una práctica sólida fundamental para superar tiempos difíciles.
En 2016, un grupo de investigadores publicó un estudio llamado The Grateful Workplace que examinó tanto los beneficios de la gratitud en el trabajo como las prácticas organizacionales que pueden hacer que la gratitud sea parte de la cultura del lugar de trabajo. Al año siguiente, el Greater Good Science Center de Berkeley celebró una conferencia llamada «Gratitud y bienestar en el trabajo».
Entre los hallazgos de esta investigación se encuentra que la gratitud en el lugar de trabajo da como resultado menos estrés y más emociones positivas, menos días de enfermedad, mayor satisfacción laboral, mayor confianza y trabajo en equipo.
La clave para desarrollar con éxito cualquier nuevo hábito es comenzar con un primer paso concreto y factible. La siguiente práctica es algo que puedes implementar de inmediato y trabajarlo en equipo de forma presencial.
Pídele a tu equipo que compartan sus motivos para agradecer en estas tres áreas:
Es importante que el facilitador o gerente señale a todas las personas en la reunión que recibieron reconocimiento y gratitud para que puedan agradecer a los que no se mencionaron para garantizar que la práctica de la gratitud los incluya a todos.
Hacer este tipo de actividades con regularidad, ya sea quincenal, mensual o trimestral, le demuestra al equipo que usted ve la gratitud como una parte esencial de su cultura organizacional. Así estará ayudando a todos a desarrollar su músculo de gratitud; y anima a los miembros del equipo a adoptar una mentalidad de gratitud que busca y agradece las cosas por las que estar agradecidos.
Una contribución importante del estudio de The Grateful Workplace es que analiza lo que los autores denominan «antecedentes organizativos» de gratitud. Si las personas se acostumbran a dar y recibir agradecimientos, es más probable que se convierta en parte de la cultura organizacional.
Primero, ellos y otros investigadores observan que el aprecio y la gratitud se refuerzan mutuamente. En tal sentido, las empresas pueden adoptar programas formales de reconocimiento que regularmente postule a los empleados que van más allá por la organización y sus compañeros de trabajo.
En segundo lugar, también existe una relación recíproca entre las prácticas de gratitud y la retroalimentación del desarrollo. A diferencia de una evaluación de desempeño de rutina, este tipo de retroalimentación es prospectiva y se enfoca en el desarrollo personal y profesional de un empleado individual. Cuando las personas ven sus trabajos y su trayectoria de crecimiento personal como algo que va de la mano, es mucho más probable que adopten una mentalidad de gratitud y asocien el trabajo con el agradecimiento y otras emociones positivas.
Finalmente, el estudio vincula la gratitud colectiva y las organizaciones con un sólido compromiso con la responsabilidad social empresarial. Una organización que defiende y actúa sobre valores sólidos tiene más probabilidades de tener una cultura laboral sólida en la que los empleados se sientan parte de un propósito más amplio, lo que a su vez promueve una mayor cohesión del equipo y una mayor satisfacción laboral. (NF)
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