El maquillaje es una creación milenaria y los principales registros de su utilización se remontan a los antiguos imperios de Egipto y Roma. Los egipcios utilizaban colores fuertes y brillantes para resaltar los ojos, además, tenían sus labios con ocre rojo y óxido de hierro natural. Desde entonces, el maquillaje ha representado una revolución, sino más bien, una postura política.
A partir de los años 60 es que comienzan a convivir dos tendencias: una que defendía la sofisticación y otra, la naturalidad de la mujer. Maquillarse cada mañana o salir con la cara lavada ha dejado de ser una opción personal más para convertirse en una herramienta de acción política con impacto global. No más hay que revisar las redes sociales para ver esto.
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Afganistán ahora luce imágenes publicitarias de cosméticos destrozadas, recordando lo que otrora fue un derecho femenino. Entre las primeras cosas que hicieron los extremistas al tomar Kabul fue prohibir el uso de maquillaje. De esta terrible represión nació el movimiento #DoNotTouchMyClothes en Instagram.
Podemos ver cómo las redes sociales se han convertido ahora en una plataforma para reivindicar la libertad y los derechos de las mujeres a través del cuidado personal. Feroza Aziz, una influencer estadounidense de origen afgano que cuenta con más de 175,000 seguidores en TikTok, se dedica a grabar tutoriales de maquillaje a la vez que opina sobre violencia machista o la situación política en Afganistán o Palestina.
Esta fórmula se ha hecho popular, especialmente por el impacto en views que puede tener el concepto de maquillaje en las redes sociales. El año pasado, Alexandria Ocasio-Cortez, la congresista más joven de la historia de Estados Unidos, protagonizó un tutorial de belleza para la revista Vogue, hablando de sus trucos de belleza. Mientras se maquillaba, lanzaba un fuerte mensaje de empoderamiento femenino, la líder demócrata reflexionaba también sobre el patriarcado en un formato mucho más efectivo que el clásico mitin político.
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«La elección de las mujeres de ‘hacer visible su feminidad’ o no, de escenificarla o no en el espacio público, es eminentemente política. A grandes rasgos, los distintos movimientos feministas lucharon primero por los derechos civiles, luego por el derecho a disponer de nuestro cuerpo a través del aborto o la píldora. Ahora luchamos por la imagen de la mujer, especialmente a través del maquillaje», explica Elodie Nowinski, decana de la Facultad de Industrias Creativas de Glasgow.
Aunque el maquillaje en diversas cultura representó una declaración de guerra, no maquillarse puede ser también una postura política. Así lo plantea, por ejemplo, Alicia Keys, que en 2016 admitió que se sentía alienada por los cosméticos y que había decidido dejar de maquillarse por obligación. Cuatro años más tarde es la cara visible (y casi siempre lavada) del movimiento #nomakeup.
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Por su parte, Alexis Wolfer, editora de The Beauty Bean, una célebre web estadounidense de belleza, fundó Makeup Free Mondays, un movimiento con más de 100,000 seguidoras en el mundo. «Queremos sentirnos mejor siendo nosotras mismas«, justifica. Es fácil decir, pero ¿y de hacer? El 57% de las mujeres preferiría dejar a su novio antes que salir a la calle sin retocarse, según un estudio de la marca Bionsen, ¿Y tú qué prefieres? (KR)
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