La revolución sexual de finales del siglo XX prometía una era de libertad y exploración sin precedentes. Sin embargo, estudios recientes revelan una tendencia opuesta: en las sociedades desarrolladas, la frecuencia de las relaciones sexuales ha disminuido, sobre todo entre los jóvenes y, más específicamente, entre las personas con mayor nivel educativo. Esta es la paradoja de las relaciones modernas.
De hecho, los jóvenes que componen la generación Z, prefieren ver películas con poca o ninguna escena de desnudo. Pero, ¿qué se debe esto?
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En Estados Unidos, un estudio del Instituto de Estudios de la Familia (IFS) reveló que el 33% de la población adulta practicó sexo al menos una vez por semana en 2021, una cifra significativamente menor al 50% registrado en 1989. Entre los jóvenes de 18 a 24 años, uno de cada tres reportó no haber tenido relaciones sexuales en el último año. En Francia, el Instituto Ifop informó que solo el 40% de los encuestados mantiene una vida sexual activa semanalmente, frente al 60% de hace 15 años.
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Un artículo publicado en El País el 14 de febrero de 2025 destaca que los adolescentes actuales priorizan la seguridad, la amabilidad y la autoaceptación por encima de las relaciones amorosas tradicionales. Este cambio de enfoque ha llevado a un mayor interés por las relaciones platónicas y amistades sólidas, relegando la sexualidad a un segundo plano. Además, se observa un distanciamiento entre sexualidad y afectividad, influenciado por el consumo de redes sociales y pornografía, fomentando la independencia y la individualidad en las relaciones.
Investigaciones han encontrado que los adolescentes con coeficientes intelectuales altos tienden a perder la virginidad más tarde que aquellos con inteligencia promedio o inferior. Este patrón se mantiene en la adultez: las personas con estudios superiores tienden a tener menos relaciones sexuales que quienes abandonaron la educación formal antes.
Las razones son multifacéticas:
El concepto de «recesión sexual» no implica necesariamente una visión negativa. Figuras como la actriz Julia Fox han hablado sobre los beneficios del celibato, afirmando que les permite centrarse en sus objetivos sin distracciones emocionales. Aplicaciones como Bumble han intentado capitalizar esta tendencia, aunque con reacciones mixtas.
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El descenso en la actividad sexual tiene implicaciones económicas y sociales. Industrias como la tecnología, el entretenimiento y la salud mental están adaptándose a una generación que prioriza el bienestar emocional sobre las relaciones tradicionales. Sin embargo, también plantea desafíos para la natalidad y el equilibrio demográfico en algunas regiones.
En definitiva, el fenómeno de la «recesión sexual» entre las personas más educadas es una muestra de cómo la vida moderna está redefiniendo la forma en que entendemos el deseo, la intimidad y las prioridades personales.
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