Salir a correr es bueno para tu corazón, tu cerebro y emociones, liberas endorfinas, expulsas las toxinas y… contaminas el ambiente. Sí, así como lo lees. Parece que una de las prácticas más sostenibles y aparentemente eco-friendly no deja de poner en riesgo el medio ambiente y las marcas deportivas se están interesando en mejorar esto.
Cuando compramos unos tenis o una t-shirt de marca, raramente se piensa en el impacto medio ambiental que tiene producirla. Es imposible saber el agua que se utiliza, ni la energía. Mucho menos las emisiones de gases de efecto invernadero, ni aún menos los sumideros de las plantas en China o India, echando desechos.
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Para cambiar esta realidad nació la Sustainable Apparel Coalition, una iniciativa que surgió en 2009, cuando la cadena comercial de Walmart y la marca de ropa de montaña Patagonia acordaron crear un instrumento para medir la sostenibilidad en la cadena de suministro y reducir el impacto en el planeta.
A ello se sumaron unas 30 compañías, organizaciones medioambientales y universidades que trabajan para crear un estándar que les sirva para mejorar la sostenibilidad de sus cadenas de suministro, intercambiando información y buscando las mejores prácticas. Es un modelo muy similar al índice desarrollado por Nike.
La American Apparel and Footwear Association calcula que los estadounidenses gastaron 340,000 millones de dólares el año pasado en ropa y calzado. El 98% se produce fuera de EE.UU. al frente de la coalición está Rick Ridgeway, ejecutivo de Patagonia.
Por su parte, INESCOP (Instituto Tecnológico del Calzado) puso en marcha el proyecto europeo CO2Shoe cuyo objetivo era desarrollar una herramienta que permitiera cuantificar las emisiones de gases de efecto invernadero debido a la producción de cada par de zapatos.
La fabricación de solo un par de zapatos puede producir hasta 23.3 kgs de CO2. El estudio se basó en analizar el ciclo de vida (desde la recopilación de materia prima, hasta su reciclaje) de 36 diferentes modelos de zapatos provenientes de 16 empresas de 4 países europeos: España, Italia, Polonia y Portugal.
Siendo más específicos, de todo el dióxido de carbono producido, el 58% correspondería a la fabricación de los componentes (lengüeta, piel, plantilla, suela, etc.), el 16% al envasado de fabricación, el 11% al montaje y acabado y solo el 6% a la distribución del producto final.
Ahora cada vez que vayas a cambiar tus tenis pensarás en que estás adquiriendo una pieza que tarda 40 años en biodegradarse. Afortunadamente, muchas empresas de ropa deportiva atléticas han hecho un movimiento para vender productos más ecológicos.
Una de las mejor posicionadas en el mercado ahora mismo son las Adidas Solarglide 5, que fue diseñada pensando en el planeta. Está fabricada en parte con Parley Ocean Plastic (residuos de plástico recogido en islas remotas, comunidades costeras y litorales del mundo).
Sus hilos están hechos de poliéster reciclado. Además, está repleto de tecnología de rendimiento de la suela BOOST hasta la parte superior de punto de apoyo. Por: KR.
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