¿Cuántas ejecutivas hábiles y exitosas temen no ser lo suficientemente buenas, menospreciando su talento, arruinando sus empresas y carreras? De acuerdo a un estudio realizado por el Harvard Business Review, las mujeres que alcanzan posiciones exitosas entran en conflicto, de algún modo, gracias a todo el ecosistema lleno de sesgos de género que aún predomina en la sociedad.
La forma de pensar de su familia de origen, los roles de género y un sinnúmero de factores les hace sentirse fraudulentas. La socialización del género continuamente les está indicando lo que deben hacer con sus carreras profesionales.
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Un ejemplo de ello, es cuando se les dice que deberían ser enfermeras, peluqueras o secretarias en lugar de ir por una carrera de otra índole, como la ingeniería.
Conscientemente o no, la familia juega un papel determinante al momento de escoger el futuro profesional. Cuando las mujeres deciden no quedarse en casa, sino seguir cultivando sus carreras, llevando la contraria a las elecciones que hicieron sus madres, a menudo se sienten malas mujeres, esposas y madres. Aparece el gran velo de la culpa.
Ni siquiera los hombres están preparados para lidiar con el éxito de una mujer que haya escogido su vida profesional. Este «brillo» puede agravar no solo la inseguridad de los hombres de su entorno, sino que son asumidos como una «impostura» en el círculo laboral.
Como resultado de todo este ecosistema, muchas mujeres no tienen consciencia de sus dotes y si la tienen, la evaden para no afrontar la emoción que se generará tras las confrontaciones sociales.
De acuerdo al Harvard Business Review, a diferencia de los impostores neuróticos, los verdaderos impostores son estafadores y tienden a ser hombres.
¿Te ha pasado que quieres darle una tarea complicada a una colaboradora del equipo pero ella dice «no estar lista» aún? Como gerentes o mentores es común toparse con este tipo de situaciones.
Si alguien del equipo se ve eclipsada por esa voz interna, que no es más que un mero reflejo social, es momento de sobreponerse al pensamiento de que los líderes están solo para alentar, felicitar o animar.
En todo caso, presentar a esa voz un abanico de opciones para ser abordada y acallarla es la ruta más efectiva para permitir que aflore el liderazgo de esa colaboradora.
Confrontar su inseguridad o poner «paños tibios» en ella no son la solución. Mucho más certero sería crear las condiciones para que los colaboradores desarrollen un nuevo pack de herramientas que les permita sobrepasar cualquier inseguridad.
Es cierto que por años las mujeres han enfrentado un sinnúmero de dificultades por el techo de cristal, pero un problema mayor ha sido la adquisición de herramientas para potenciar el auténtico liderazgo.
Por: Karime Rivas.
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