En su regreso olímpico, la gimnasta estadounidense Simone Biles lidera con enorme ventaja la calificación y guía a Estados Unidos a la final del martes. Con su determinación y generosidad, Biles vuela tan alto, con tanta fuerza y energía sobre el potro, que parece querer alcanzar el inalcanzable generador de aire acondicionado para desconectarlo y hacer un favor a la humanidad congelada en París.
El entusiasmo de los fanáticos es palpable; basta con escuchar el nombre «Simone Biles» para que la Arena de Bercy estalle en aullidos. Domingo, la atmósfera vibrante. Celebridades como Tom Cruise, Ariana Grande, Snoop Dogg y Anna Wintour llenan las gradas, todos parte de la bileshisteria que envuelve el gigantesco recinto.
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Sentada sobre un cajón, Simone Biles bosteza. Su coleta, vertical y desafiante, se eleva por encima del ruido, simbolizando su talento extraordinario. Con la chaqueta del chándal cubriendo las brillantes lentejuelas de su leotardo, Biles espera su turno para regresar al gran salón olímpico tres años después de su turbulento paso por Tokio. La entrada de las selecciones y gimnastas individuales al gran salón marca el inicio de la competencia. Estados Unidos, con Biles como última gimnasta en entrar, recibe una ovación ensordecedora.
El azar decide que Biles inicie su participación en la barra de equilibrio, el mismo aparato desde el que se despidió de Tokio con una medalla de bronce. Nerviosa pero decidida, Biles completa su rutina sin caídas, desatando un suspiro de alivio que se escucha en todo el mundo. Los entrenadores Cécile y Laurent Landi, siempre vitales, la felicitan con abrazos y ella ríe feliz.
Simone Biles lidera un equipo de Estados Unidos compuesto por sus amigas de Tokio: Jordan Chiles, Jade Carey, Sunisa Lee y la recién llegada Hezly Rivera. Con una calificación de 172,296 puntos, superan a Italia (166,861) y China (166,821). Biles, con 59,556 puntos, se posiciona casi dos puntos por encima de la brasileira Rebeca Andrade. Este jueves, por primera vez en la historia, las dos últimas campeonas olímpicas (Biles de Río 2016 y Lee de Tokio 2020) se enfrentarán en una final épica.
Biles se clasifica para la final de tres de los cuatro aparatos: salto, suelo y barra. En suelo, su primer diagonal loco, un triple mortal con doble giro, la hace única. Aunque se sale de los límites de la lona, el ambiente la impulsa. Al enfrentar el potro, realiza el Biles II, un salto que la redimió en los Mundiales de Amberes. A pesar de un dolor en la pantorrilla, Biles no considera abandonar.
Simone Biles no decepciona. Con el Biles II, toca el cielo y regresa con fuerza. Su actuación en las paralelas culmina en un estallido de alegría. Pura Biles. Pura magia. El equilibrio del exceso, afortunadamente.
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