En Wall Street, una cartera diversificada es un principio sagrado: distribuir activos para mitigar el riesgo y maximizar el retorno. Pero ¿qué pasa si aplicamos esta lógica financiera al bien más escaso de una líder contemporánea: su tiempo?
Thasunda Brown Duckett, CEO de TIAA y una de las pocas mujeres afroamericanas al mando de una compañía Fortune 500, lo explica sin rodeos: «No podemos dar el 100% en todo todo el tiempo. Nadie lo hace. Nadie debería intentarlo». Lo que propone es radical por su simpleza: administrar el tiempo como una cartera de inversiones diversificada. No se trata de perfección, se trata de estrategia.
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En la narrativa dominante de productividad, especialmente dirigida a mujeres líderes, persiste una expectativa de excelencia omnipresente: ser la mejor en la junta directiva, la más presente en casa, la más activa en comunidad. Duckett cuestiona esta noción como un error sistémico: «En lugar de medirnos por lo que no hacemos perfectamente, deberíamos preguntarnos si estamos invirtiendo nuestro tiempo donde más rinde».
Duckett aprendió esta lección observando a su madre, quien trabajaba en una tienda de zapatos pero dirigía la economía del hogar como una CFO experta. “Lo que me enseñó fue que la riqueza no se mide solo en dólares, sino en decisiones”, ha dicho. Esa sabiduría la llevó a ocupar posiciones de liderazgo en JPMorgan Chase antes de asumir la presidencia de TIAA, donde gestiona más de 1.3 billones de dólares en activos para jubilación. Si alguien entiende sobre diversificación de portafolio —literal y metafóricamente— es ella.
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Un estudio de McKinsey (2024) reveló que las líderes empresariales dedican un promedio de 12 horas diarias a trabajo remunerado y no remunerado, incluyendo tareas del hogar, cuidado familiar y gestión emocional. Sin embargo, solo el 27% siente que tiene control sobre su agenda. La paradoja es clara: más poder, menos margen de maniobra.
Duckett propone un enfoque más dinámico. Imagina tu semana como un portafolio de activos: hay tiempo que se invierte en “acciones de alto rendimiento” —como proyectos clave de carrera—, y tiempo que debe destinarse a “bonos de bajo riesgo”, como descanso, relaciones personales o tiempo para pensar. Algunos días el rendimiento estará cargado al trabajo, otros al cuidado personal. Lo importante es el balance en el largo plazo.
Este modelo no solo redefine la productividad; redefine el poder. “Las mujeres no están colocando en equilibrarlo todo. Están usando métricas que no fueron diseñadas para ellas”, sostiene Reshma Saujani, fundadora de Girls Who Code, en su libro Pay Up. Y Duckett pone en práctica esa tesis con rigor corporativo. No se trata de hacer menos, sino de hacer distinto.
En lugar de adherirse a la mentalidad de “todo o nada”, Duckett se construyó como una estratega de prioridades. Así como una buena inversora no coloca todo en una sola acción, una buena líder no apuesta todo a un solo rol.
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Haz tu propio “rebalanceo trimestral”: Así como los fondos de inversión se ajustan periódicamente, agenda un chequeo trimestral de tus prioridades. ¿Dónde estás sobreinvirtiendo? ¿Qué áreas requieren más atención?
Diversifica por propósito, no solo por tareas: Evalúa si tu agenda está alineada con tus valores centrales. No todas las reuniones valen tu tiempo, así como no todas las acciones valen tu dinero.
Acepta la imperfección como parte de la estrategia: Como en los mercados, habrá días de baja. Lo importante es no vender en pánico ni abandonarte a la culpa.
Automatiza donde puedas, delega donde debas: No todo merece tu tiempo en primera persona. Automatiza rutinas (correo, agenda, pagos) y delega con confianza. Cada minuto que recuperas es un capital valioso.
Thasunda Brown Duckett no solo dirige un imperio financiero; encarna una nueva arquitectura del liderazgo femenino. Una que no exige omnipresencia, sino conciencia estratégica. Una que no romantiza la perfección, sino que valora el retorno real de la inversión: paz mental, propósito y poder sostenido.
En tiempos donde se nos exige tanto, la lección más valiosa que podemos tomar del mundo financiero es esta: no pongas todo en una sola canasta. Ni tu dinero. Ni tu tiempo. Ni tu alma.
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