En el universo de los negocios, los grandes nombres suelen ocupar todos los reflectores: Jeff Bezos, Elon Musk, Bill Gates, Mark Zuckerberg y otros más que les siguen en poder. Sin embargo, pocas veces se reconoce con la misma intensidad a quienes, desde las sombras, sembraron las primeras semillas de ambición, resiliencia y visión. Ellas son las mujeres, de los CEO más influyentes del mundo y este podría ser un intento de homenaje a aquellas madres que sostienen el éxito de los grandes, desde posiciones menos notorias.
Son las mismas mujeres que, en muchos casos, criaron hijos prodigio mientras enfrentaban desafíos estructurales, económicos o personales. Sus historias personales les ubican en una trinchera, muchas veces doméstica, desde donde moldearon a líderes que cambiarían el mundo.
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Jacklyn Bezos fue madre a los 17 años. En un contexto donde la estadística suele ser cruel con las madres adolescentes, ella eligió el camino menos predecible: apostar sin reservas por la educación de su hijo. Mientras trabajaba y estudiaba, nunca dejó de incentivar la curiosidad de Jeff por la ciencia y la tecnología. Lo inscribió en programas extracurriculares de computación, y cuando llegó el momento de emprender Amazon desde un garaje, Jacklyn no solo confió, sino que invirtió.
Hoy, la madre del segundo hombre más rico del mundo dirige junto a su esposo la Bezos Family Foundation, enfocada, como no podía ser de otra manera, en innovación educativa.
Antes de que Elon Musk pensara en colonizar Marte, su madre Maye ya había desafiado varias fronteras. Dietista canadiense-sudafricana, modelo internacional, madre soltera de tres hijos, y portada de Time a los 74 años, Maye es la encarnación del long-life empowerment. Su capacidad para reinventarse —en un mundo que invisibiliza a las mujeres maduras— no solo impactó a Elon, sino que forjó en él una visión de lo posible sin restricciones.
“Ella fue mi primer modelo de tenacidad”, ha dicho Musk. Maye no solo crió al CEO de Tesla, también enseñó con el ejemplo a sobreponerse a entornos abusivos, a migrar sin miedo y a persistir con estilo propio.
Mary Maxwell Gates era más que la madre de Bill. Ejecutiva bancaria, filántropa e integrante del consejo directivo de varias organizaciones, incluido el United Way, fue una mujer con conexiones influyentes en una época donde pocas las tenían. Fue ella quien presentó a su hijo al entonces CEO de IBM, John Opel, abriendo una puerta clave para el contrato que catapultaría a Microsoft.
Pero más allá de las redes, Mary inculcó en su hijo el sentido de la responsabilidad social y la filantropía. Su legado vive en la Bill & Melinda Gates Foundation, cuyas raíces podrían rastrearse a las noches donde ella insistía en que el talento no basta sin propósito.
Psiquiatra de formación, Karen Kempner se retiró temporalmente de su carrera para criar a sus hijos, entre ellos, el fundador de Facebook. Esa pausa profesional no significó un retiro del intelecto ni de la visión. Karen formó a Mark en un hogar donde la salud mental y la empatía no eran temas secundarios. Aunque mantiene un perfil bajo, se sabe que su influencia fue determinante en la estructura moral con la que Zuckerberg creó la red social más poderosa del planeta.
En tiempos donde los efectos psicológicos del mundo digital están en debate, la crianza de una madre psiquiatra cobra aún más relevancia.
Geraldine Cook, madre del CEO de Apple, no buscó titulares ni protagonismo. Trabajó en una farmacia en Alabama, desde donde inculcó a su hijo la ética de trabajo, la disciplina y la humildad. Tim Cook ha hablado públicamente de cómo sus valores familiares, marcados por el esfuerzo y la integridad, han guiado su liderazgo en una de las compañías más emblemáticas del mundo. Geraldine representa a las miles de mujeres que, desde la labor cotidiana, plantan principios que escalan hasta Silicon Valley.
En la India de los años 70, donde el acceso a la educación superior para las familias de clase media era una aspiración lejana, Lakshmi Pichai se aseguró de que su hijo Sundar tuviera acceso a los mejores estudios posibles. Taquígrafa de profesión, apoyó el sueño académico de su hijo, quien estudió en el prestigioso IIT Kharagpur antes de seguir su formación en Stanford y Wharton. Sundar ha descrito su infancia como austera, pero llena de apoyo. Hoy, como CEO de Alphabet, sigue citando el ejemplo de su madre como motor de su desarrollo intelectual.
Hija de un diplomático, Joan Loomis Hastings creció entre culturas y transmitió esa apertura al joven Reed Hastings. Trabajadora administrativa, su mayor legado fue la insistencia en una educación con pensamiento crítico y visión internacional. Hastings, cofundador de Netflix y promotor de la educación con enfoque disruptivo, ha dicho que la visión liberal y el estímulo constante al aprendizaje fueron centrales en su infancia. El ADN de Netflix, que cruza fronteras y desafía convenciones, también nace ahí.
La ex COO de Meta, Sheryl Sandberg, es una de las ejecutivas más influyentes del mundo tecnológico. Pero antes de llegar a Harvard y liderar operaciones globales, fue educada por Adele Sandberg, profesora de francés, quien no solo promovió la excelencia académica, sino también la independencia femenina. En un entorno aún dominado por hombres, Adele alentó a su hija a ocupar espacios de liderazgo con naturalidad. Su influencia se siente en cada página de Lean In, el libro icónico de Sheryl sobre mujeres y poder.
Esther Wojcicki no crió a una líder, sino a tres. Además de Susan (ex CEO de YouTube), es madre de Anne (cofundadora de 23andMe) y Janet (profesora de pediatría). Educadora, periodista y autora de How to Raise Successful People, su método se centra en el acrónimo TRICK: confianza, respeto, independencia, colaboración y amabilidad. En su garaje, el mismo donde comenzó Google, fomentó la experimentación y la autonomía.
Esther no solo educó a sus hijas, sino que educó a una generación de padres sobre cómo hacerlo distinto.
Lejos de ser figuras pasivas, estas mujeres son arquitectas de legados. Algunas con títulos académicos, otras desde trabajos modestos, todas compartieron un rasgo esencial: vieron el potencial antes de que el mundo lo hiciera. Apostaron por él con firmeza.
En tiempos donde aún se cuestiona la compatibilidad entre maternidad y éxito profesional, sus historias no solo inspiran, sino que refutan esa dicotomía. Porque detrás de cada CEO hay una historia de origen, y muchas veces esa historia comienza con una madre que creyó primero.
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