Luisa González, aspirante presidencial por el Movimiento Revolución Ciudadana, emerge nuevamente como una figura clave en el panorama político ecuatoriano. Y con ello la posibilidad de convertirse en la primera presidenta electa del país. Tras su derrota en 2023 frente a Daniel Noboa, quien también busca reelegirse en las elecciones del 9 de febrero, González regresa con un plan estratégico. Uno que refleja un regreso al modelo correísta, adaptado a las urgencias actuales de Ecuador.
Su trayectoria, marcada por roles clave en el gobierno de Rafael Correa, como secretaria nacional de Administración Pública y secretaria general del Despacho Presidencial, la posiciona como una candidata con experiencia en la gestión estatal. Pero, ¿cuáles son las cinco propuestas centrales de su plan de gobierno que podrían definir su mandato y redibujar el futuro del país?
Con el auge del crimen organizado y el aumento de la inseguridad, González coloca este tema como una prioridad absoluta. Su plan incluye restablecer el Ministerio Coordinador de Seguridad y el Ministerio de Justicia, con el objetivo de centralizar y fortalecer las políticas de seguridad.
La candidata también propone una depuración de la fuerza pública y la modernización tecnológica de la Policía Nacional. Esto integrando inteligencia artificial al sistema Ecu 911 para mejorar la prevención y respuesta a delitos. Además, busca promover un “pacto ético” a nivel social y político. Que fomente la transparencia en el financiamiento de los partidos y combata la corrupción en todas sus formas.
La crisis eléctrica que marcó la administración de Daniel Noboa es un punto de crítica para González, quien busca transformar el sector energético con un enfoque en sostenibilidad y transición hacia fuentes renovables como la solar, eólica e hidráulica.
Propone recuperar la gestión pública de las centrales hidroeléctricas construidas en la década correísta y reformar las condiciones de las subastas para favorecer energías limpias. Aunque su plan no aclara si Ecuador reducirá su dependencia de las importaciones energéticas de Colombia, su enfoque refuerza el control estatal de los recursos estratégicos.
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El petróleo representa cerca del 30% de las exportaciones de Ecuador, pero González apuesta por una diversificación económica. Busca fomentar la producción en sectores de alto valor agregado, como la manufactura y las industrias tecnológicas, incentivando la inversión en innovación.
En cuanto a la dolarización, sistema que goza de amplia aceptación ciudadana, su estrategia incluye aumentar las exportaciones, fortalecer la industria nacional y atraer divisas al país. Su plan también contempla una auditoría integral de la deuda pública, cuyo crecimiento exponencial en los últimos años preocupa a economistas y ciudadanos.
Luisa González promete democratizar el acceso a la educación y garantizar una cobertura gratuita y de calidad en todos los niveles. Entre sus propuestas se encuentra la reactivación de las Unidades Educativas del Milenio (UEM) para mejorar la educación en áreas rurales.
En salud, su visión es consolidar un sistema único que integre tanto a prestadores públicos como privados, asegurando una cobertura universal. Aunque no se detalla cómo abordará la millonaria deuda estatal con los prestadores privados, su énfasis está en blindar el sistema ante cualquier intento de privatización y fortalecer la producción nacional de medicamentos genéricos.
Ser la primera presidenta electa de Ecuador sería un hecho histórico, pero González quiere ir más allá de los simbolismos. Su plan aboga por la igualdad de género y propone medidas para erradicar la violencia y la discriminación hacia las mujeres.
A pesar de votar en contra de la despenalización del aborto en 2022, González se compromete a promover una educación integral en sexualidad y garantizar el derecho de las mujeres a tomar decisiones informadas sobre su salud reproductiva.
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González representa más que un posible retorno al modelo correísta, es también una nueva etapa para la política ecuatoriana marcada por el liderazgo femenino. Con propuestas ambiciosas y un enfoque en la seguridad, la economía y la inclusión social, la candidata tiene en sus manos la oportunidad de redefinir el rumbo del país.
A medida que se acerca la fecha electoral, las preguntas clave persisten: ¿logrará conquistar a un electorado que aún debate entre los logros y controversias del pasado correísta? ¿Será su visión lo suficientemente convincente para superar la brecha del 2023 y hacer historia en Ecuador?
El tiempo lo dirá, pero algo es seguro: la figura de Luisa González continuará marcando el ritmo del debate político en Ecuador.
Durante su trayectoria en el sector público, Luisa González se destacó por su capacidad de gestión y liderazgo en proyectos estratégicos clave para el desarrollo del Ecuador. Como parte del equipo de Rafael Correa, jugó un papel crucial en la modernización de la administración pública, liderando iniciativas que optimizaron la eficiencia en el uso de recursos estatales. Su trabajo en la Secretaría Nacional de Administración Pública permitió coordinar proyectos multisectoriales, vinculando ministerios e instituciones para cumplir con los objetivos del gobierno.
En su rol como Secretaria General del Despacho Presidencial, González supervisó directamente la implementación de políticas nacionales que fortalecieron sectores prioritarios como la educación, la salud y la infraestructura. Su capacidad de negociación y planificación estratégica fue fundamental para la ejecución de programas de gran escala que beneficiaron a la población ecuatoriana, especialmente en las zonas más vulnerables.
Posteriormente, como asambleísta, González fue una firme defensora de los principios de la Revolución Ciudadana. Desde la Asamblea Nacional, respaldó iniciativas legislativas enfocadas en consolidar los avances en derechos sociales y económicos alcanzados en la década anterior. Su compromiso con la igualdad y el acceso a servicios básicos quedó reflejado en su trabajo parlamentario, donde impulsó debates sobre temas como la protección de la dolarización, la reactivación de la industria nacional y la expansión de la educación pública de calidad.
Estos logros consolidan su perfil como una política con experiencia tanto en la gestión técnica como en la representación legislativa, posicionándola como una figura clave en el panorama político de Ecuador.
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