Pocas veces una sesión de karaoke tiene tanto simbolismo. Tras el estreno de su documental en el prestigioso Festival de Cine de Sundance, Ito Shiori, periodista y cineasta japonesa, tomó el micrófono para cantar ‘I Will Survive’ de Gloria Gaynor. Rodeada de mujeres que bailaban, lloraban y coreaban la canción, Ito vivió un momento catártico que simbolizó su década de lucha por la justicia. Una lucha que la convirtió en símbolo del movimiento #MeToo.
Se trata de una mujer capaz de girar las cámaras hacia sí misma, cuando nadie más quería ver su historia. Esto lo logró plasmando la agresión que sufrió en un film desagarrador, sin apodos, ni actrices para encubrir su identidad.
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La historia de Ito comenzó en 2015 cuando, a los 25 años, era una periodista prometedora que buscaba nuevas oportunidades. Noriyuki Yamaguchi, un influyente periodista japonés y biógrafo del entonces primer ministro Shinzo Abe, la invitó a cenar bajo el pretexto de una oferta de trabajo. Aquella noche, Ito despertó en una habitación de hotel con Yamaguchi abusando de ella. A pesar de las pruebas —imágenes de seguridad, testimonios y ADN—, las autoridades japonesas desestimaron el caso.
En 2017, Ito rompió las normas culturales al dar una conferencia de prensa mostrando su rostro y usando su nombre real. Su valentía fue un punto de inflexión para Japón: las leyes de agresión sexual, inalteradas desde 1907, fueron finalmente reformadas.
Pero Ito no se detuvo ahí. Grabó su experiencia durante años, documentando su lucha en lo que más tarde se convertiría en su premiado documental ‘Black Box’. Esta producción no solo retrata su historia personal, sino que expone las fallas sistémicas de un sistema judicial diseñado para silenciar a las víctimas. El documental ha sido proyectado en múltiples festivales internacionales, generando un diálogo necesario sobre la cultura del silencio que aún persiste en Japón y en muchos otros países.
Estas herramientas no solo amplificaron su voz, sino que también impulsaron cambios legales y culturales. Estas son algunas de las claves que explican cómo estas dos poderosas disciplinas pueden ser agentes de cambio.
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El impacto de su historia traspasó fronteras. Activistas y movimientos feministas en Asia y otras regiones encontraron en Ito un referente de coraje y determinación. Su testimonio ha impulsado reformas legales en otras jurisdicciones y ha motivado a más víctimas a romper su silencio.
En Japón, su caso no solo modificó las leyes, sino que también abrió una conversación pública sobre el machismo arraigado en las instituciones y la necesidad urgente de reformar las estructuras que perpetúan la impunidad. Las universidades, empresas y medios de comunicación han comenzado a implementar políticas más estrictas para prevenir y abordar los casos de abuso.
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Hoy, Ito Shiori es un símbolo global de resiliencia y cambio. Su historia no es solo una crónica de supervivencia, sino un testimonio de cómo una voz puede desafiar estructuras centenarias y abrir el camino para las generaciones futuras. En un país donde hablar sigue siendo un acto de valentía, Ito ha demostrado que romper el silencio es el primer paso para la verdadera transformación.
El legado de Ito no termina con ‘Black Box’. Actualmente, continúa su activismo a través de charlas, talleres y colaboraciones con organizaciones internacionales que luchan por los derechos de las mujeres. Su historia nos recuerda que, aunque el camino hacia la justicia es largo y arduo, cada paso cuenta y cada voz importa.