El sueño espacial de Elon Musk tiene sello femenino, por lo que podría decirse que él está en la luna gracias a una mujer. La presidenta y jefa de operaciones de SpaceX es la mano derecha del hombre más rico del sector aeroespacial.
Para ser una pionera del espacio, no hace falta tener un traje de astronauta, ni protagonizar paseos espaciales. Gwynne Shotwell, lo ha conseguido sin ruido, ni trajes, tan sólo convirtiéndose en la líder de la compañía aeroespacial más importante del mundo.
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Desde su llegada a la compañía en 2002, Shotwell puede presumir de una impresionante hoja de servicios: ha conseguido poner en órbita más de 1,700 satélites e incrementar el valor de la compañía hasta los 74,000 millones de dólares.
Fue bajo su mando que la compañía SpaceX pasó a la historia como la primera compañía privada en poner a dos astronautas en órbita, mientras ella se convertía en la mujer más poderosas del planeta. Y su leyenda apenas comienza…
Como hija de un cirujano y una artista, Shotwell creció sin ningún interés por el espacio. Tan buena estudiante como deportista, jugó al baloncesto, fue cheerleader y gozaba de gran popularidad en su instituto. Pero la epifanía no llegó hasta que su mamá la llevó a una charla de mujeres ingenieras en el Instituto de Tecnología de Illinois.
Impresionada por la ingeniera mecánica del panel (que era elegante, hablaba bien y tenía su propia empresa) decidió que quería ser ingeniera.
Más tarde, se especializó en Matemáticas Aplicadas y consiguió su primer trabajo en la automovilística Chrysler antes de fichar por The Aerospace Corporation y especializarse en ingeniería aeronáutica.
Después de diez años en la empresa y de un breve paso por Microcosm, donde fue directora de sistemas espaciales, en 2002 conoció a Elon Musk cuando acompañaba a un amigo a visitar las instalaciones de SpaceX. Un espacial encuentro del destino.
En sólo días, ella se convertía en la empleada número 11 de la compañía. No fue una decisión fácil. En mitad de un divorcio y con dos hijos pequeños a su cargo, dar el salto a una start-up parecía un movimiento arriesgado y quizás hasta una carga innecesaria.
Pero Elon Musk consiguió contagiarle su entusiasmo y Shotwell acabó aceptando el reto. Como ha explicado después quería «formar parte de algo excitante». Poco a poco, sus aportes y versatilidad lle dieron más peso en el organigrama de la empresa y después de firmar el primer contrato de la compañía con la NASA la ejecutiva se convirtió en la presidenta de SpaceX y en la indiscutible mano derecha de Musk.
Mientras Musk se ha convertido en una auténtica fábrica de titulares (no hay más que ver su último movimiento para tomar el control de Twitter) y es el rostro más mediático de SpaceX, Shotwell es la responsable del día a día: ella es quien se encarga de controlar las operaciones de una empresa con más de 10.000 empleados y de establecer el crecimiento exponencial de la compañía.
También es la ejecutiva que ha conseguido cerrar los contratos multimillonarias con la NASA y de generar una impresionante cartera de clientes, tanto públicos como privados. Y cuando Musk genera alguna polémica gratuita con sus declaraciones, Shotwell se ocupa de contener el impacto de sus palabras.
Y lo cierto es que sus personalidades, casi antagónicas, encajan: él controvertido, excéntrico y decididamente nerd; ella carismática, divertida y de trato fácil y amable. Los dos, sin embargo, comparten la misma ambición: cambiar la industria aeroespacial desde dentro y hacer realidad el sueño de viajar a Marte y convertir a la especie humana en multiplanetaria.
Por: Karime Rivas.
