En muchas áreas el empoderamiento se ha asociado al emprendimiento, no siendo necesariamente esto una verdad. De hecho, el mundo actual parece estar dividido entre las que son empleadas y las que emprenden. Sin embargo, pocas veces se expone claramente que no a todo el mundo se le da bien emprender, y que cobrando un sueldo fijo al mes también se puede percibir un crecimiento personal y profesional importante.
Si bien la palabra emprender es atractiva y nos hace pensar en logros positivos, no todo el mundo está preparado para este tipo de desafío. Además de tener una mente abierta, las habilidades necesarias para hacerlo, capital mínimo o saber encontrar financiamiento, es necesario contar con una personalidad compatible con el emprendimiento.
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Estos son los 14 indicadores de que lo tuyo no sería emprender, para que puedas conocerlos y ponerlos en tu balanza interior. No se trata de desalentarte, si no más bien es una invitación a realizar un autoanálisis para crecer a nivel personal, antes de emprender:
Si no toleras la presión. Tener un negocio propio colocará sobre tus hombros todas las responsabilidades, y hay momentos donde esto implica una gran presión por obtener resultados, cerrar negociaciones y abarcar muchos aspectos al mismo tiempo.
Si no aguantas la incertidumbre. Cualquier negocio, por prometedor que parezca, tiene un gran signo de interrogación delante. Si eres de las personas que prefiere la estabilidad, quizás emprender no sería lo tuyo porque lo más frecuente es que deberías navegar en aguas inciertas la mayor parte del tiempo.
Si no soportas que todo el negocio dependa de ti. El rol emprendedor implica una alta responsabilidad obre el total del negocio, por más que tengas socios y personal. Si te parece extenuante de sólo pensarlo, considera bien si realmente estás en condiciones de soportarlo.
Si no tienes tiempo para dedicarle. Muchas personas quieren emprender fuera de su trabajo estable. Y muchos lo han hecho, el tema es que emprender en un mundo competitivo como el actual te lleva todo el tiempo. Si no dispones de las 24 horas todos los días, es difícil que puedas seguir el ritmo de crecimiento que quisieras para tu empresa incipiente.
Si no aceptas los fracasos. Como el riesgo está siempre latente, si eres una persona que no toleraría que le vaya mal es mejor que no emprendas; porque si bien del fracaso se aprende, hay personalidades a las que les cuesta mucho ver la experiencia fallida desde esa perspectiva.
Si eres emocional y todo te debilita. Los emprendedores en muchas ocasiones deben ser fríos y calculadores. Después de todo se trata de hacer funcionar tu negocio. Si no has trabajado tus emociones o te sientes frágil ante el primer inconveniente que se presente, quizás debas considerar cómo manejar esa situación si deseas emprender.
Si te cuesta organizar tu tiempo. Este aspecto es esencial para las personas con negocio propio. Son tantas las tareas y responsabilidades que deberás hacer malabares para manejar tu agenda y compromisos. Porque tener desorganización no sólo te llevará al caos, sino también te hará perder muchísimo dinero.
Si te gusta trabajar en soledad. Al emprender lo más usual es que necesites de la cooperación, el intercambio y la colaboración con otras personas. Si lo tuyo es exclusivamente hacerlo en solitario y a tu manera, tal vez emprender no sea buena idea, salvo que decidas entrenar tus habilidades sociales.
Si no te apasiona seguir formándote. Una clave importante es la mejor continua. Así como en una empresa de sueldo fijo algunas veces brindan capacitaciones para el personal, las emprendedoras necesitan actualizarse continuamente. La formación estratégica para tener ventaja competitiva en un mercado realmente puede ser muy duro, y si no estás con disposición a invertir en ello podrías quedarte fuera del mercado.
Si no sabes comunicarte con otros. La habilidad para transmitir tus ideas y tu pasión ya sea al equipo que te acompañe como a tus clientes y proveedores, y al mercado en general, es esencial para el éxito de cualquier emprendimiento. Muchos empiezan pensando que solo se necesita una buena idea, pero es mucho más que eso: necesitas darte a conocer e interactuar diariamente, todo el tiempo. Si eres de las que prefiere estar en el anonimato, puede que emprender no sea para ti.
Si no aceptas que puedes ir a bancarrota. En cualquier negocio siempre está latente el riesgo de que no marche bien. Por eso si este aspecto te aterra, y más aún si no cuentas con ningún respaldo, quizás pienses dos veces antes de encarar tu propio proyecto.
Si no quieres tener muchas responsabilidades. No es compatible ni factible disfrutar sólo de lo lindo y agradable del emprender, si no asumes la otra parte.
Si no tienes autocontrol cuando las cosas se salen de curso. La maduración emocional es otro aspecto decisivo a la hora de emprender. Por ejemplo, si eres una persona con emociones demasiado a flor de piel, que estalla de ira de la nada, emprender no sería para ti, ya que a diario las cosas podrían salirse de control, y deberás tener las competencias apropiadas para afrontarlas asertivamente.
Si piensas que nadie lo hace mejor que tú. El aspecto fundacional de cualquier emprendimiento en su gran mayoría es una idea. Y esto lo hace especialmente valioso, ya que no todas las personas se animan a llevarlas a la práctica. El asunto es que si crees que la única mente iluminada es al tuya, acabarás en soledad, desamparo y con una sensación de abandono. Si, además, eres ultra exigente contigo y con el equipo, y piensas que nadie lo hace mejor que tú, posiblemente no estás para emprender o encabezar un proyecto propio. (KR)