Como cada año, el Día Mundial de la No Violencia contra la Mujer, ha llevado el mensaje a varios rincones del planeta, como un breve recordatorio de lo que debería conocerse como nuestra realidad. Lo realmente destacable, es que sus orígenes están en República Dominicana.
«Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte», con esta frase la activista dominicana Minerva Mirabal selló su destino y marcó un hito histórico en la violencia de género. El error de esta activista fue hacer esas declaraciones en los años 60, cuando se respiraba una de las dictaduras más crudas del país.
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El 25 de noviembre de 1960, su cuerpo apareció en terribles condiciones en el fondo de un barranco, en el interior de un jeep junto con dos de sus hermanas, Patria y María Teresa, y el conductor del vehículo, Rufino de la Cruz.
Este evento marcó al mundo entero y se le atribuyó como una celebración internacional.
Tras medio siglo, parece que su promesa se cumplió, su muerte multiplicó los brazos en lucha y precipitó el fin del régimen trujillista.
Sería una gran victoria decir que la lucha contra la violencia las lleva ganadas, pero no es así. Según los números, en República Dominicana todavía debemos prestarle bastante atención al significado de este día.
Hasta finales del 2021, la coordinadora de la Unidad de Poder Legislativo del Observatorio Político Dominicano, estuvo entregando un reporte donde las cifras reflejaban que desde 2016 y hasta junio de ese año murieron por feminicidio unas 529 mujeres. Y 115 de ellas fallecieron entre el 2020 y 2021 y el 90% de estas muertes ocurrieron durante la pandemia.
Al parecer la copa de violencia no rebasa, pese a que los feminicidios han aumentado un 34% en comparación con agosto del año pasado, según las estadísticas de la Fundación Vida sin Violencia.
Ante las cifras, los gobiernos del mundo aprovechan este día para rendir cuenta sobre lo que han hecho (si han hecho), anunciar sus nuevos planes, hacer labores de prevención, y trabajar en la mejora del acceso a la justicia para las víctimas.
Luego de la llegada de la pandemia de covid-19, los gobiernos de América Latina y el Caribe pusieron en marcha múltiples iniciativas, en contra de la violencia de género. Desde la digitalización de los canales de denuncia y la consolidación de una economía de cuidados, hasta el acceso a la justicia con extensión de medidas cautelares. Todo en un intento del Estado por proteger a la mujer.
Quizás sea la hora de comenzar a mirar hacia la educación y en cómo podemos establecer políticas preventivas, más que reactivas.
Por: Karime Rivas.
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