Dejar todo para después tiene sus efectos adversos, pero tomarse como filosofía de vida el «esto es para ayer» puede llegar a ser tan dañino como lo primero. Al otro lado de la balanza de la procrastinación, están aquellas personas obsesionadas con hacer todo cuanto antes, lo que algunos han llamado precrastinación.
Este término fue utilizado por primera vez en 2014, cuando Davi A. Rosenbaum, profesor de la Universidad de California, comenzó a referirse a la aceleración del logro de las submetas.
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El origen de este comportamiento se ubica en diferentes perfiles. Por un lado, se encuentran aquellas que se asignan las metas por sí mismas; este perfil sería el menos complejo, ya que bastaría con hacer una limpieza de tareas y aprender a priorizar. Por otro lado, están aquellas que sufren del síndrome del impostor, que suelen ser personas con poco poder y cierto nivel de impulsividad.
A este espectro, la Dra. Aurora Gómez, entrevistada por Business Vogue, suma un tercer perfil. Las personas con Déficit de Atención con o sin hiperactividad, tienen una mayor necesidad de cerrar tareas pequeñas, porque no requieren de grandes esfuerzos. Pero hay un alerta con este perfil, y es que luego presentan una tendencia a atascarse con funciones ejecutivas.
Para comenzar, la rapidez y la eficiencia no siempre están vinculadas, gracias a que ir demasiado rápido puede darle espacio a los errores. De hecho, querer hacer todo al mismo tiempo, podría robarle horas al sueño o al ocio de manera innecesaria y, probablemente, traiga consigo un aumento del estrés.
Los adictos al corto plazo son hijos de la era de la inmediatez. La búsqueda constante de la recompensa del ahora, muchas veces se convierte en una profunda insatisfacción. En el entorno laboral, esto se manifiesta cuando la persona no le da valor a las cosas que requieren tiempo y reflexión, premiando lo rápido e inmediato.
Planificar las tareas es un asunto clave para hacerle frente al impulso de hacer todo lo antes posible. Esto puede ayudar a diferenciar lo urgente de lo importante, favoreciendo la toma de decisiones al momento de definir las prioridades.
En este sentido y para cerrar, la psicóloga Gómez, indica que «debemos trabajar en la necesidad de no hacer nada, ver con perspectiva y analizar qué tareas son realmente relevantes para poder limpiar muchas microtareas. Y sobre todo, tener claro que nuestra valía no deriva de nuestra productividad».
Por: Karime Rivas.
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