Han sido dos décadas de evolución constante en el mundo empresarial desde que Daniel Goleman delineó sus seis estilos de liderazgo en su artículo seminal de 2000, “Liderazgo que obtiene resultados”. En ese entonces, estos estilos se consideraban esenciales para una dirección efectiva, y hoy en día, siguen siendo pilares fundamentales en la gestión de equipos. A medida que el entorno empresarial ha experimentado cambios profundos, estos estilos han demostrado su capacidad para adaptarse y perdurar.
El primero en la lista es el estilo coercitivo, que implica un enfoque directo y exigente para lograr resultados inmediatos. Este enfoque puede ser útil en situaciones de crisis o emergencia, donde se requiere una acción rápida y decisiva para mitigar problemas.
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El estilo autoritario, por otro lado, se centra en movilizar a las personas hacia una visión compartida. Es efectivo cuando se necesita inspirar a un equipo hacia un objetivo común, especialmente en momentos de cambio organizacional o al establecer una nueva dirección estratégica.
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El liderazgo que marca el paso se basa en la espera de la excelencia y la autodirección por parte de los miembros del equipo. Este enfoque fomenta la autonomía y el desarrollo individual, siendo ideal en contextos donde la creatividad y la innovación son fundamentales.
El estilo afiliativo se concentra en la construcción de relaciones emocionales sólidas dentro del equipo. Es particularmente útil para fortalecer la cohesión del grupo, mejorar la comunicación y fomentar un ambiente de confianza y apoyo mutuo.
El liderazgo democrático busca crear consenso y promover la participación activa de todos los miembros del equipo en la toma de decisiones. Este enfoque es valioso en entornos donde se valoran la diversidad de ideas y la colaboración, y puede generar un sentido de pertenencia y compromiso compartido.
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Por último, el estilo de liderazgo de coaching se centra en el desarrollo personal y profesional de los individuos. Es especialmente relevante en la actualidad, donde el aprendizaje continuo y la adaptación son cruciales para mantenerse al día en un entorno empresarial en constante cambio.
Cada estilo de liderazgo tiene su momento y lugar adecuado en función de las circunstancias y las necesidades del equipo. Dominar estos estilos te brinda la flexibilidad y la capacidad de adaptación necesarias para liderar con éxito en el panorama empresarial actual, donde la agilidad y la capacidad de respuesta son clave para el crecimiento a largo plazo.
El estilo de liderazgo de comando y control, caracterizado por su énfasis en la autoridad y la imposición de órdenes, puede resultar efectivo en situaciones de crisis donde se requiere una acción rápida y decisiva, así como una clara cadena de mando. Por ejemplo, durante una adquisición corporativa o en una sala de emergencias, este enfoque puede ser necesario para mantener el orden y la eficiencia bajo presión extrema.
Sin embargo, Daniel Goleman advierte que, en la mayoría de los casos, este estilo de liderazgo puede ser perjudicial. La rigidez y la falta de flexibilidad inherentes al enfoque de comando y control pueden obstaculizar la creatividad, la motivación y el compromiso de los miembros del equipo. En entornos empresariales que requieren adaptabilidad y colaboración, este estilo de liderazgo puede generar resistencia, descontento y falta de innovación.
Por lo tanto, mientras que el liderazgo de comando y control puede ser necesario en circunstancias específicas, es fundamental reconocer sus limitaciones y buscar alternativas que fomenten un ambiente de trabajo más colaborativo, participativo y motivador.
Este estilo de liderazgo ofrece beneficios significativos en diversas situaciones y se destaca especialmente en tiempos de cambio o incertidumbre. Su integración en las operaciones diarias puede ser una estrategia poderosa al recordar a los miembros del equipo la misión fundamental de la empresa de una manera orgánica y relevante.
Por ejemplo, un ejecutivo farmacéutico podría comunicar: «Nuestro trabajo está directamente relacionado con el bienestar de numerosos pacientes», mientras que un líder del sector de seguros podría enfatizar: «Estamos desempeñando un papel crucial en ayudar a las personas a asegurar su futuro financiero». Estos recordatorios no solo refuerzan los objetivos organizacionales, sino que también infunden significado y propósito en el trabajo diario de cada individuo.
Al hacer que la misión y los objetivos de la organización sean tangibles y relevantes para el equipo, este estilo de liderazgo fomenta un sentido de pertenencia compartido y un compromiso más profundo con el trabajo. Además, ayuda a alinear las acciones individuales con los valores y la dirección estratégica de la empresa, lo que puede impulsar la motivación y la productividad en el largo plazo.
Aunque el uso frecuente de este estilo de liderazgo no se recomienda, puede ser altamente efectivo en circunstancias específicas donde los empleados muestran una alta motivación y un nivel excepcional de competencia. Este enfoque puede ser especialmente adecuado para equipos altamente especializados, como los equipos de investigación y desarrollo o los equipos legales, donde la autonomía y la expertise técnica son fundamentales para el éxito.
Sin embargo, incluso en estos contextos, es crucial mantener un equilibrio adecuado al emplear este estilo de liderazgo. El exceso de presión o la falta de apoyo pueden llevar al agotamiento de los empleados, disminuyendo su rendimiento y minando su compromiso a largo plazo. Por lo tanto, es importante complementar este enfoque con otros estilos de liderazgo que promuevan el bienestar, la colaboración y el desarrollo profesional de los miembros del equipo.
Al encontrar el equilibrio adecuado entre la autonomía y el apoyo, los líderes pueden aprovechar al máximo el potencial de sus equipos altamente competentes y motivados, asegurando al mismo tiempo su salud y bienestar a largo plazo. Esto no solo impulsa el rendimiento y la innovación, sino que también fortalece la cohesión del equipo y fomenta una cultura organizacional positiva y sostenible.
Este estilo de liderazgo, centrado en la construcción de conexiones y la promoción de una cultura empresarial positiva, es invaluable para fomentar la colaboración, la confianza y el compromiso dentro del equipo. Sin embargo, es importante tener en cuenta que este enfoque por sí solo puede no ser suficiente para abordar problemas de desempeño o enfrentar desafíos complejos que puedan surgir en el entorno empresarial.
Aunque este estilo es efectivo para fortalecer relaciones y promover un ambiente de trabajo armonioso, puede carecer de la estructura y la claridad necesarias para manejar situaciones difíciles de manera eficaz. Por lo tanto, su combinación con estilos de liderazgo que ofrecen dirección y motivación adicionales, como el estilo inspirador y autoritario, puede crear un equilibrio óptimo.
Al integrar el apoyo emocional y la construcción de relaciones con la dirección clara y la toma de decisiones firme, los líderes pueden ofrecer un enfoque completo que aborda tanto las necesidades emocionales como las pragmáticas del equipo. Esto no solo fortalece la cohesión y el compromiso del equipo, sino que también facilita la resolución de problemas y el logro de objetivos de manera efectiva en un entorno empresarial dinámico y desafiante.
Este estilo de liderazgo es altamente efectivo cuando te encuentras en una situación donde la mejor forma de acción no está claramente definida y deseas fomentar la generación de ideas y la creatividad dentro de tu equipo. Es particularmente útil en momentos de lluvia de ideas o cuando se enfrentan desafíos complejos que requieren un enfoque innovador.
Sin embargo, este enfoque puede no ser la estrategia más adecuada en ciertos contextos. Por ejemplo, cuando los miembros del equipo carecen de experiencia o información sobre el tema en cuestión, este estilo puede generar confusión o desorientación, obstaculizando el progreso en lugar de facilitarlo.
Además, en situaciones de crisis donde se necesita una respuesta rápida y decisiva, este estilo puede resultar contraproducente, ya que la falta de dirección clara puede generar ansiedad e inseguridad en el equipo. En tales casos, es fundamental recurrir a enfoques de liderazgo más directivos y orientados a la acción para gestionar eficazmente la situación y minimizar el impacto negativo.
Este enfoque de liderazgo, conocido como el estilo de entrenador, resulta especialmente efectivo durante las evaluaciones de desempeño individual, pero su utilidad trasciende esas instancias específicas y puede integrarse de manera efectiva en las conversaciones cotidianas, según señalan expertos en liderazgo.
Un líder que adopta este enfoque podría, por ejemplo, iniciar una conversación diciendo: “Has demostrado una gran destreza en XYZ, sin embargo, cuando te enfrentas a situaciones de ABC, parece haber un desafío. ¿Has considerado la posibilidad de probar un enfoque diferente?”. Esta retroalimentación constructiva y oportuna no solo identifica áreas de mejora, sino que también proporciona sugerencias concretas para el crecimiento y desarrollo profesional.
Al ofrecer retroalimentación en tiempo real y de manera constructiva, los líderes pueden ayudar a sus empleados a identificar y abordar desafíos de manera proactiva, en lugar de permitir que los problemas persistan y se conviertan en obstáculos mayores en el futuro. Este enfoque fomenta un ambiente de aprendizaje continuo y crecimiento personal, lo que beneficia tanto al individuo como a la organización en su conjunto.