Si las personas más cercanas a ti te han definido como una «Workaholic» seguro que alguna vez has utilizado metáforas que comparan las relaciones sentimentales o familiares con las laborales. De hecho, es probable que hayas tenido (o tengas) un «marido de oficina» o una «esposa de oficina», ese compañero o compañera cómplice con el que compartes confidencias laborales, comidas y cafés en la máquina de turno.
La conexión entre los ámbitos de lo doméstico y lo familiar, sin embargo, en el caso de las mujeres van más allá. Por una pura cuestión de género, muchas tareas que se perciben como feminizadas terminan en la mochila de obligaciones de las profesionales en vez de adscribirse también a ellos. Lo cuenta ‘El club del no’, un ensayo revelador que acaba de publicarse, aún solo en inglés.
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Las investigadoras Laurie Weingart, Brenda Peyser, Lise Vesterlund y Linda Babcock, todas economistas, y que recogen a la perfección en WomenNow, llevan desde 2010 recopilando datos sobre este fenómeno sexista por el que las mujeres realizan tareas de mantenimiento, rutinarias, de gestión o trabajo emocional en las oficinas, gratis total.
Desde cambiar los filtros a las cafeteras comunitarias, organizar las colectas para los regalos de cumpleaños, supervisar a los becarios o hacer pedidos de material. ‘El club del no’ pone el foco en un fenómeno global que sobrecarga a las mujeres con un trabajo extra y gratuito que, además, contribuye a que ellas sean valoradas más en clave reproductiva, como engrasadoras de la maquinaria, que productiva, como innovadoras y capaces de aportar soluciones e ideas.
Uno de sus estudios, basado en datos de tres años recogidos por una firma de servicios profesionales norteamericana, indica que las mujeres pasan hasta 200 horas más de media al año con tareas de este tipo que los hombres. ‘El club del no’ también cita un estudio publicado en 2017 por la revista Research in Higher Education que, tras explorar 140 instituciones universitarias, descubrió que las mujeres dedican más tiempo a labores llamadas ‘de servicio’ que los hombres.
¿La solución? Las investigadoras sugieren decir no. Pero precisan que este sexismo injustificado no se va a solucionar con la negativa femenina. Las empresas deben visibilizar esta tareas y reconocerlas, remunerándolas.
Por: KR.
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