Durante décadas, el debate sobre la equidad de género en el mundo laboral se ha centrado en el techo de cristal: esa barrera invisible que impide a las mujeres llegar a la cúpula directiva. Sin embargo, el nuevo libro de McKinsey & Company, The Broken Rung: When the Career Ladder Breaks for Women—and How They Can Succeed in Spite of It, se adentra en una problemática mucho más temprana y crítica: el primer ascenso. Según la investigación de McKinsey, la brecha comienza en la primera promoción a un puesto de gerencia, y sus efectos pueden durar toda la vida profesional de una mujer.
El «peldaño roto» se traduce en una acumulación de desventajas a lo largo del tiempo. Como explica el libro, la mitad de los ingresos que una persona percibirá a lo largo de su vida proviene de la educación y habilidades que adquiere antes de ingresar al mercado laboral. La otra mitad depende del experience capital o capital de experiencia: la pericia, contactos y habilidades que se desarrollan en el trayecto profesional. Al quedar atrapadas en roles sin oportunidades de promoción, las mujeres reciben menos acceso a esta fuente crítica de crecimiento, lo que limita su potencial de liderazgo y sus ingresos futuros.
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Las cifras lo respaldan. El informe Women in the Workplace de McKinsey revela que por cada 100 hombres promovidos a su primera posición gerencial, solo 87 mujeres reciben la misma oportunidad. Para mujeres de color, la cifra es aún más alarmante: solo 73 consiguen esa promoción. La consecuencia es una falta crónica de mujeres en puestos de liderazgo medio y alto, lo que perpetúa la desigualdad.
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Las autoras del libro, Kweilin Ellingrud, Lareina Yee y María del Mar Martínez, combinan datos, análisis y relatos de más de 40 mujeres para identificar estrategias concretas que pueden ayudar a cerrar esta brecha. Algunas de las principales recomendaciones incluyen:
El crecimiento profesional no solo depende del rol, sino del entorno en el que se desarrolla. Optar por una compañía que fomente el aprendizaje y ofrezca oportunidades de crecimiento puede ser más valioso que una posición inicial atractiva. Investigar los programas de desarrollo profesional, analizar la cultura corporativa y evaluar la diversidad en los equipos de liderazgo son pasos fundamentales.
Los roles de línea, aquellos directamente relacionados con la generación de ingresos y toma de decisiones estratégicas, suelen ofrecer mayores oportunidades de ascenso que los roles de staff, centrados en apoyo o asesoramiento. Iniciar una carrera en un puesto de línea puede acelerar el crecimiento profesional y abrir puertas a futuras promociones.
Cambiar de industria o asumir un rol con habilidades completamente nuevas puede parecer riesgoso, pero es una de las maneras más efectivas de incrementar el capital de experiencia. La clave está en resaltar habilidades transferibles y construir una narrativa que conecte experiencias pasadas con el nuevo rol.
En un mundo donde la tecnología transforma todas las industrias, la falta de competencias digitales puede ser una barrera invisible para el crecimiento profesional. Desde la inteligencia artificial hasta el análisis de datos, las mujeres pueden aumentar su competitividad invirtiendo tiempo en el desarrollo de habilidades tecnológicas, incluso si no trabajan en el sector tech.
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El «peldaño roto» no es solo un problema individual, sino una falla sistémica que afecta el desarrollo económico y la competitividad de las empresas. Según McKinsey, cerrar la brecha de género en el mercado laboral podría agregar hasta 12 billones de dólares al PIB global para 2025. Es un problema que no solo concierne a las mujeres, sino a toda la estructura corporativa.
El llamado es claro: las empresas deben repensar sus estrategias de promoción, generar estructuras de mentoría y patrocinio para el talento femenino y crear un entorno donde el primer ascenso no dependa del género, sino del talento y la capacidad. Al mismo tiempo, las mujeres pueden tomar medidas para fortalecer su carrera y sortear los obstáculos que aún persisten.
El mensaje final de The Broken Rung es que, si bien la escalera corporativa puede estar rota, hay caminos alternativos para llegar a la cima. Y esos caminos empiezan con estrategias claras, decisiones inteligentes y un compromiso compartido por cambiar las reglas del juego.
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