En el competitivo universo del liderazgo femenino, cada minuto cuenta. Las mujeres ejecutivas, emprendedoras y fundadoras enfrentan una presión silenciosa pero persistente: ser incansables, estratégicas y en control. Y en esa búsqueda, muchas están abrazando una práctica que promete multiplicar las horas del día: unirse al llamado “Club de las 5 de la mañana”, al despertar de madrugada y popularizar por el bestseller homónimo de Robin Sharma.
Desde que Sharma publicó su libro en 2018, levantarse a las 5 a. m. dejó de ser una necesidad para convertirse en un símbolo de ambición. Gwyneth Paltrow lo hace. Jennifer Aniston también. CEOs como Tim Cook (Apple) o Ursula Burns (ex Xerox) son conocidos por sus madrugones. Pero ¿es esta fórmula mágica compatible con los ritmos biológicos y las realidades del liderazgo femenino? Y más aún, ¿es sostenible?
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Levantarse a las 5 a. m. sugiere acceso a un espacio mental libre de interrupciones, una hora dorada de planificación, journaling, ejercicio o desarrollo personal antes de que el mundo se active. Según un estudio publicado en JAMA Psychiatry, las personas que adelantan su despertar una hora reducen su riesgo de depresión en un 23 %. Otros datos, como los de la American Psychological Association, apuntan a una mayor concentración y mejor toma de decisiones entre quienes despiertan temprano.
Pero hay una trampa: estos beneficios solo se consolidan cuando el sueño es suficiente y reparador. De lo contrario, el club puede convertirse en un atajo hacia el agotamiento.
“No todas las mujeres están biológicamente diseñadas para rendir a las 5 de la mañana”, afirma la Dra. Leah Kaylor, psicóloga clínica especializada en medicina del sueño. La cronobiología explica que nuestros cronotipos –es decir, si somos alondras (madrugadoras) o búhos (noctámbulas)– están determinados genéticamente y no se modifican con fuerza de voluntad.
Esto es especialmente relevante para mujeres que atraviesan etapas hormonales críticas, como el embarazo, la menopausia o incluso el síndrome premenstrual, que alteran los ritmos circadianos y el patrón del sueño. El club de las 5 a. m., entonces, puede no ser inclusivo ni funcional para todas, a pesar de su aura de excelencia.
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1. No sacrifiques sueño, anticípalo.
Dormir 7-8 horas no es negociable. El primer paso es acostarse antes. Pero también puedes aplicar la regla de oro de la Dra. Kaylor: “ajustes graduales de 15 minutos en la hora de dormir y despertar para evitar un choque biológico”.
2. Crea un ritual de activación, no de tortura.
La luz natural, o un despertador con simulación de amanecer, ayuda a frenar la melatonina y activar el cortisol, facilitando el despertar. Añadir 10 minutos de estiramientos, journaling o lectura suave permite que el cuerpo se ajuste sin estrés.
3. Come como si manejaras un fondo de inversión: con estrategia.
Despertarse temprano exige modificar horarios de comida. Saltarse el desayuno no es opción; tu cerebro y tus músculos necesitan glucosa para rendir. Según Harvard Health Publishing, desayunar proteínas y fibra puede sostener la energía hasta el almuerzo sin caídas abruptas.
4. Siesta inteligente: el comodín permitido.
Una siesta de 20 minutos (no más) entre las 1:00 p. m. y 3:00 p. m. puede mejorar la memoria, el estado de ánimo y el rendimiento, según la National Sleep Foundation. No lo uses como rutina, pero sí como herramienta estratégica.
Más allá de los beneficios cognitivos, hay un aspecto simbólico: levantar la cortina antes del resto del mundo puede representar una forma de reclamar control, algo que muchas mujeres en posiciones de liderazgo luchan por consolidar en entornos aún marcados por la inequidad de género.
Un estudio de McKinsey & Company reveló que las mujeres líderes dedican más tiempo que sus pares masculinos a tareas invisibles: mentoría, resolución emocional de equipos, planificación invisible del hogar. Empezar el día a las 5 puede ofrecer esa hora propia que el resto del día les niega.
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Ser parte del club de las 5 a. m. no debe convertirse en un estandarte moral ni en otro peso sobre los hombros de las mujeres. Lo cierto es que el éxito femenino no tiene un solo horario, sino múltiples formas. Y si bien madrugar puede ser un impulso real de productividad y bienestar, también puede ser una trampa si se adopta desde la imposición o el culto a la autoexigencia.
Escuchar tu cuerpo, medir tu energía y adaptar la rutina a tus ritmos —y no a los de Instagram— es la mejor inversión a largo plazo.
En resumen: ¿es el Club de las 5 a. m. para ti?
Hazte estas preguntas:
¿Duermes al menos 7 horas antes de despertar?
¿Te sientes alerta y motivada a media mañana?
¿Tu entorno te permite descansar temprano y sin interrupciones?
¿Estás usando esta rutina para ti o para responder a expectativas externas?
Si respondes “sí” a la mayoría, tal vez hayas encontrado tu hora dorada. Si no, recuerda que el verdadero éxito no se mide por la hora en que despiertas, sino por la conciencia con la que vives cada hora.
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