Isabel II fue la monarca que más ha permanecido en la corona inglesa, con toda esa experiencia ella se ha convertido en un ejemplo del deber cumplido. Ella se ha convertido en una clase de liderazgo 101, esa materia que toda mujer líder sí o sí debe mirar, especialmente quiere convertirse en una ‘Honorary man’.
Logró crear una marca personal, mucho más allá de solo ser un personaje político. Ante el ocaso de una líder como ella, solo nos queda mirar las claves de su liderazgo en 7 décadas de reinado.
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Tenía solo 25 años cuando el destino llamó a su puerta, era 1952, una época que se caracterizó por ser machista. Para entonces, solo el 26% de las mujeres trabajaban y allí estaba ella, estrechando la mano del primer ministro Winston Churchill.
Desde sus inicios, Isabel II sintió una profunda inquietud por abandonar su postura como la típica mujer florero que tanto se le exigía. Pasó a ser una mujer viajera que creó lazos auténticos con el Commonwealth y traspasó toda frontera conmoviendo al mundo entero.
En su primer año se tiene registro de haber visitado 14 países, en una gira cuyo propósito principal era dar a conocer la nueva era, que llegaba con su coronación.
Superó contra todo pronóstico momentos claves, como la Gran Niebla de Londres. Incluso, quebrantó el carácter del inmutable Churchill, tras los 4 días que duró este alto grado de contaminación cubriendo los hogares de Londres.
Se estima que murieron alrededor de 4,000 londinenses, pero esto no fue obstáculo para que la reina Isabel II tuviera aquellas reuniones con el primer ministro, para mantener al país en pie.
Para entonces, el país padecía el racionamiento de algunos alimentos y Stalin aún gobernaba la Unión Soviética. El muro de Berlín apenas comenzaba a construirse y la revolución cubana estaba por llegar.
Baile entre la Reina Isabel II y el líder Panafricano y presidente de Ghana Kwame Nkrumah, 1961. Representó una victoria diplomática para la Reina al bloquear los intereses de Nkrumah de seguir con su alineación con los soviéticos en plena Guerra Fría. pic.twitter.com/BNufRbFL4Z
— Sebas El Internacionalista ???️??? (@Sebasmg1998) September 4, 2021
El mundo estaba viendo su primera tienda de Kentucky Fried Chicken y Elvis Presley aún no era nadie. Pero ahí estaba ella, transmitiendo por televisión el acto solemne de coronación y provocando una compra masiva de los primeros televisores.
Con esto, la reina Isabel II, a pesar de mantener la solemnidad de la corona y el legado de su padre, ella le mostró al mundo que los cambios son buenos. Demostró que la tradición y la innovación sí se mezclan.
El 12 de noviembre de 1964 Isabel II estrechaba la mano de su primer ministro, Lord Alec Douglas. Pero para la década, Isabel II tenía otro tipo de dificultades.
Ella debía velar por la estabilidad de la corona a pesar de las aventuras que el príncipe Felipe de Edimburgo quiso emprender.
Fue precisamente en esta década cuando tuvo a su tercer y cuarto hijo, el príncipe Andrew y Edward respectivamente. Aún así, ella enfrentó con altura noticias impactantes como el asesinato de John F. Kennedy.
En la misma medida que Inglaterra experimentaba una revolución industrial, con un avance económico con «visión a futuro», la reina Isabel II buscaba la forma de ir a la par, mientras revolucionaba su propia familia.
Isabel II dio una gran muestra de cómo se runa working mother, sin que eso signifique un motivo para claudicar.
El 7 de junio de 1977 Isabel II celebraba ya sus 25 años de reinado en la catedral de San Pablo. En la ceremonia, el mundo le vio con su gracia característica, pronunciar de nuevo el juramento de dedicar su vida a servir a los británicos y declaró no arrepentirse de sus palabras.
Ella demostró que el liderazgo debe llevarse como bandera en las buenas y en las malas. Ya para ese momento habían sucedido tantos cambios, guerras, derrocamientos y nuevos gobiernos…
Pero hubo también momentos que plantaron la alegría en su rostro, siendo uno de ellos el matrimonio de su primogénito, el príncipe Carlos con Diana Spencer.
Unos 750 millones de personas de todo el mundo televisaron lo que se conoció como «la boda del siglo». Más tarde la joven se convertiría en Diana de Gales, una leyenda dentro de la realeza.
A finales de 1984, el gobierno de la primer ministra Margaret Thatcher acordó entregar la soberanía de Hong Kong a China, lo que provocó que Isabel II se convirtiera en la primera monarca británica en visitar Chica Continental.
Por primera vez, el mundo veía a la máxima representante de la iglesia Católica, pasearse entre los guerreros de terracota en Xi’an. Su sonrisa se paseó por la Gran Muralla en Beijing y otros tantos sitios.
Esta visita ocupó un lugar controversial en la prensa, donde la reina tuvo que enfrentar la crisis que los comentarios de su esposo Felipe produjeron. Él llamó a Beijing «espantosa» y le dijo a un grupo de estudiantes que quedarían con «los ojos rasgados», ha reseñado The History Channel en un recorrido por la historia de la reina Isabel II.
Con todos los riesgos que para entonces la monarca comenzó a correr, surgió una versión más escalada de diplomacia, dando muestra de cómo se deben sobrellevar las crisis.
Sin embargo, nada le advirtió sobre la siguiente que viviría.
En esta década si existía alguien que no siguiera los acontecimientos de la corona británica, eso se desmoronó. Los televisores del mundo entero proyectaban las imágenes impactantes de la muerte de Diana de Gales.
Tras el divorcio entre Diana de Gales y el príncipe Carlos, la familia real había sido objeto de fuertes críticas. Quizás esto hizo que, de plano, la reina Isabel II se negara a que el Palacio de Buckingham ondeara a media asta por la muerte de Diana.
Una reina muy reticente se mostró en televisión, para pronunciar frente a los dolientes unas palabras un poco extrañas, de hecho ajenas a la carismática Isabel II. Aún así, con altura enfrentó el momento, para consolar a la nación por haber perdido a la «princesa del pueblo».
La única vez que el mundo ha visto a la reina Isabel II llorar abiertamente, fue ante la pérdida de su hermana menor, la princesa Margarita. Sin embargo, la monarca enfrentó una doble pérdida, pues con semanas de diferencia también partió su madre.
Fue un año con una agenda complicada, en el que viajó más de 40,000 millas. En su ruta visitó el Caribe, Australia, Nueva Zelanda y Canadá. También visitó 70 ciudades y pueblos en 50 condados del Reino Unido.
Así, el mundo vio cómo la monarca pasó de un estado de vulnerabilidad, a ser la protagonista de buenas noticias. Se logró que la relación entre Gran Bretaña y su familia real mejoraran.
De igual forma, se convirtió en la primera monarca en visitar Irlanda, en los últimos 100 años. Y contrario a lo que se esperaba, ella manifestó solidaridad con el pasado angloirlandés, estrechando aún más las relaciones entre naciones.
Isabel II mostró cómo las emocionalidades de una líder pueden resultar útiles, contrario a lo que normalmente se cree.
Uno de los más altos símbolos de la modernización de la monarquía fue la boda del príncipe Harry con Meghan Markle. La actriz birracial, divorciada es la antagonista de lo que hasta la fecha la corona británica había asumido como sus valores bandera.
Aunque se tiene registro de que Isabel II aprobó rápidamente la relación, con el tiempo la tensión entre la pareja y los medios se iba tensando más. Esto les llevó a renunciar a su papel en la realeza, lo que significó una pérdida importante para la reina.
Sin embargo, esta no fue la más importante de la última década. Fotografías de una reina completamente vestida de luto, recorrió el mundo con el fallecimiento del príncipe Felipe de Edimburgo.
Los cambios continuaron ocurriendo a su alrededor. Incluso en su última semana de vida, cuando estrechaba la mano de la nueva primer ministra de Reino Unido, Elizabeth Truss.
Por: Karime Rivas.
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