Tomar decisiones y que estas sean exitosas es una de las preocupaciones más grandes que podemos atravesar a lo largo de nuestras vidas. Recientemente, una película en Netflix, Look Both Ways, retrata cómo sin importar la decisión que tomes, al final todo estará bien. Sin embargo, esto no necesariamente sucede así en los negocios.
Por décadas las mujeres han sido criticadas y muchas veces excluidas de los negocios, gracias a sus emociones. De allí, que tras la segunda revolución industrial, las emociones dejaran de ser contempladas en el manejo personal que se espera de una mujer de negocios.
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Cheryl Strauss Einhorn, autora de «Investing in Financial research» y «Problem Solved», ha comprobado cuál es el mayor temor al momento de tomar decisiones: moverse rápido, ser impulsiva y tomar decisiones emocionales.
Siempre que nos enfrentamos a soluciones difíciles y complejas, en la misma medida experimentamos emociones difíciles y complejas. Pocas personas quieren sentirse de ese modo, por lo que comúnmente las decisiones se toman de forma apresurada, dando paso a emociones negativas.
Sin embargo, Cheryl sugiere una forma de convertir esas emociones negativas en algo productivo. «El proceso es tan simple como tomarse el tiempo para identificar: 1. Las emociones que siente al enfrentar su decisión y 2. las emociones que desea sentir al mirar su decisión en el espejo retrovisor. ¿Qué ves? ¿Cómo es tu vida mejor para un resultado de decisión satisfactorio?», dice Strauss.
Este ejercicio de cuatro pasos permite que lo que Cheryl denomina «cerebro de mago, controle y canalice nuestro «cerebro de lagarto» emocional, para evitar tomar decisiones reactivas.
Cuando tratas de conseguir una solución a algún tema complejo, a menudo debes clasificar mucha información contradictoria, además de los sentimientos que tengas. Entonces, lo primero que debes hacer es identificar cuál es la decisión que vas a tomar.
Es sano tomar la debida distancia de la situación, para poder evaluar qué sientes al respecto. En tal sentido, Cheryl recomienda estas preguntas: ¿Cuál es la emoción dominante que sientes? ¿Es miedo? ¿Ansiedad? ¿Estás expectante? ¿Tus sentimientos provienen de experiencias previas u otras fuentes de información?.
Visualiza el resultado de tu decisión, ¿cómo te sientes con lo que has logrado? ¿Sientes plenitud, sensación de logro, alivio? ¿Estás más cerca del ideal de vida que tienes para ti? ¿Avanzaste en tu carrera?
Ahora que has puesto sobre la mesa los dos extremos emocionales, contemplando la decisión final, Cheryl recomienda considerar: ¿Ha identificado correctamente la decisión que está tomando?
Muchas veces no contamos con el tiempo suficiente para tomar una decisión, y aunque sea provocativo entregarle estas decisiones complejas a nuestras emociones o cerebro de lagarto, está probado que no resulta.
Las emociones no pueden ser negadas, en cambio opta por delimitarlas y ponerles nombre, así podrás siempre identificar la decisión correcta. De este modo, elimina de tu vida los conceptos que existen sobre las mujeres y sus emociones, atravesarlas pueden convertirse en un arma poderosa para ser prudentes y sabias en cada paso.
Por: Karime Rivas.
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