En la tierra del eterno verano, donde el sol es más aliado que visitante esporádico, la pregunta que muchos dominicanos se hacen es: ¿cuánto tiempo debo exponerme al sol para obtener la vitamina D que mi cuerpo necesita sin poner en riesgo mi piel? Esta interrogante se torna estratégica, especialmente en un país donde el índice de radiación UV suele estar en niveles altos durante la mayor parte del año.
La vitamina D, a pesar de su nombre engañoso, no es una vitamina común, sino una hormona que el cuerpo produce principalmente a través de la piel al contacto con los rayos ultravioleta B (UVB). Es clave para el metabolismo del calcio, la salud ósea, la función inmunológica e incluso la regulación emocional. Sin embargo, su déficit está en aumento a nivel mundial, incluso en países tropicales como el nuestro.
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A pesar del privilegio geográfico, la vida moderna nos ha alejado del sol. El trabajo en interiores, el uso excesivo de protectores solares de amplio espectro y la creciente conciencia sobre el cáncer de piel han hecho que la exposición natural se reduzca considerablemente.
Además, factores como el tono de piel más oscuro, la obesidad, el envejecimiento, el uso de ciertos medicamentos, y la presencia de disruptores endocrinos (químicos que alteran la función hormonal, presentes en plásticos, pesticidas y cosméticos) pueden reducir la capacidad del cuerpo para sintetizar o activar la vitamina D, incluso si se recibe exposición solar suficiente.
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Según la doctora Isabel Viña Bas, experta en nutrición y divulgadora científica, no hace falta tomar el sol por horas ni exponer el rostro. En un país como República Dominicana, bastan entre 5 y 10 minutos al día, tres veces por semana, con brazos y piernas descubiertos, en horarios estratégicos, preferiblemente antes de las 10:00 a. m. o después de las 4:00 p. m., para que el cuerpo sintetice entre 600 y 1,000 UI (unidades internacionales) de vitamina D.
Es importante resaltar que estas cifras pueden variar según la pigmentación de la piel. Las personas de piel más oscura necesitan más tiempo de exposición para lograr la misma síntesis que una persona de piel clara. También influye la edad: a mayor edad, menor capacidad de la piel para producir vitamina D.
El dilema está servido: ¿protegerse o absorber vitamina D? La respuesta es equilibrio. No se trata de renunciar al protector solar, sino de encontrar momentos seguros de exposición breve sin bloqueadores, en zonas como brazos y piernas, y evitar siempre el rostro y las horas de máxima radiación.
En este punto, la personalización es clave. Consultar con un médico o nutricionista es la mejor vía para conocer tus niveles actuales de vitamina D mediante análisis de sangre (25-OH vitamina D) y determinar si es necesario un suplemento. La suplementación sin control también tiene riesgos, ya que el exceso de vitamina D puede provocar toxicidad, hipercalcemia y daño renal.
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En República Dominicana, especialistas en salud pública están comenzando a incorporar el análisis de vitamina D en estudios poblacionales y evaluaciones nutricionales de riesgo. Según el Instituto de Nutrición de Centroamérica y Panamá (INCAP), en regiones caribeñas se subestima la presencia de déficits por asumir que el sol es suficiente. No basta con tener acceso al sol, hay que saber usarlo a favor del cuerpo.
Exponerse al sol es una práctica saludable si se hace de forma breve, consciente y estratégica. En un país como República Dominicana, el clima favorece esta síntesis natural, pero factores individuales y ambientales pueden limitar su eficacia. Ni todo el sol del Caribe garantiza niveles óptimos, ni todos los suplementos reemplazan lo natural.
El llamado es claro: conocer tu cuerpo, entender tu contexto y consultar a un especialista. En salud, no todo lo natural es inocuo, ni todo lo artificial es necesario.
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