A menudo, las mejores ideas surgen en momentos inesperados: durante una caminata rápida o mientras se nada en la piscina. Si alguna vez has experimentado esta sensación, no es casualidad. La actividad física no solo tiene beneficios para la salud, sino que también promueve procesos neurofisiológicos que favorecen el aprendizaje, lo que puede mejorar tu rendimiento en tareas cognitivas complejas.
La ciencia detrás de esta afirmación es clara. La actividad física activa diversas áreas del cerebro, promueve la creación de nuevos vasos sanguíneos, mejora el flujo sanguíneo cerebral, y estimula la liberación de neurotransmisores esenciales para la función cognitiva. Estos procesos resultan en la formación de nuevas sinapsis y neuronas, además de generar cambios estructurales en el sistema nervioso central que optimizan las capacidades cognitivas.
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El ejercicio físico se puede clasificar en dos grandes categorías: aeróbico y anaeróbico. El ejercicio aeróbico, como caminar, nadar o andar en bicicleta, se realiza de forma continua y moderada, aumentando la frecuencia cardíaca y mejorando la salud cardiovascular. El anaeróbico, como el levantamiento de pesas o el entrenamiento en intervalos de alta intensidad (HIIT), se realiza en cortos periodos y no depende tanto del oxígeno para generar energía.
La investigación ha mostrado que el ejercicio aeróbico es especialmente eficaz para mejorar la función cognitiva. Diversos estudios han demostrado que actividades como caminar o nadar tienen un impacto positivo en la atención, la memoria, la resolución de problemas y la función ejecutiva. Además, los niños que participan regularmente en ejercicios aeróbicos presentan un mejor rendimiento académico en materias clave como matemáticas, ciencias y lectura.
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Por otro lado, aunque algunos estudios sugieren que el ejercicio anaeróbico puede tener ciertos beneficios cognitivos, especialmente en adultos jóvenes, los resultados no son tan consistentes. En general, el ejercicio anaeróbico parece no ser tan eficaz para potenciar el aprendizaje como el ejercicio aeróbico. Un metaanálisis incluso indicó que el ejercicio anaeróbico podría tener efectos negativos durante tareas cognitivas, lo que resalta la importancia de priorizar el ejercicio aeróbico para optimizar el rendimiento cognitivo.
Los beneficios del ejercicio aeróbico en la cognición no se limitan solo a la atención general. En un estudio realizado por la Universidad de Delaware, se demostró que los niños que realizaron una actividad física moderada, como nadar, después de una tarea de aprendizaje de vocabulario, recordaron significativamente más palabras que aquellos que descansaron o realizaron ejercicios anaeróbicos. Este hallazgo subraya el poder del ejercicio en la consolidación de la memoria y en la retención de información.
Además, un estudio sobre el rendimiento académico en escuelas primarias reveló que aumentar las horas de educación física a la semana tiene un impacto positivo en las calificaciones de los estudiantes, especialmente en aquellos con dificultades de concentración. Sin embargo, la clave para maximizar estos beneficios radica en la combinación de ejercicio regular con tareas académicas. Programas como Energizers, que incorporan actividades físicas cortas durante las clases, han demostrado ser exitosos para mejorar la atención y el rendimiento académico de los estudiantes.
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Si bien aún existen preguntas sin respuesta sobre el momento óptimo para realizar ejercicio (antes, durante o después de la actividad cognitiva), lo que está claro es que la integración del ejercicio físico en la rutina diaria puede ser clave para potenciar el aprendizaje. Ya sea en el aula o en el entorno laboral, incorporar sesiones regulares de ejercicio aeróbico, como caminatas o sesiones de yoga, podría ser una estrategia efectiva para mejorar la productividad y la concentración.
Además, las investigaciones sugieren que, para obtener los máximos beneficios cognitivos, no es necesario realizar ejercicio físico de alta intensidad de forma continua. En su lugar, pequeñas dosis de actividad física, combinadas con entrenamientos más largos y regulares, pueden ofrecer mejoras sustanciales en el rendimiento cognitivo.
La relación entre ejercicio físico y aprendizaje es clara: el movimiento no solo beneficia a nuestra salud física, sino que también optimiza nuestras capacidades cognitivas. Si buscas mejorar tu rendimiento académico, profesional o personal, integrar el ejercicio aeróbico de forma regular en tu rutina diaria podría ser la clave. Además, la combinación de ejercicio físico y tareas cognitivas no solo favorece el aprendizaje, sino que también mejora el bienestar general, convirtiendo el ejercicio en una herramienta poderosa para alcanzar el máximo potencial tanto mental como físico.
Con la evidencia científica a favor, no hay excusas para no incluir el ejercicio físico como parte integral de tu vida diaria. La actividad física no solo fortalece el cuerpo, sino que también puede ser el impulso que tu cerebro necesita para rendir mejor en todas las áreas de tu vida.
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