El uso de la Ashwagandha se ha viralizado entre famosos e influencers como Gwyneth Paltrow o Meghan Markle, y en redes sociales como TikTok ha superado los 670 millones de visualizaciones. Sin embargo, algunos países ya advierten sobre sus posibles efectos adversos. ¿Estamos ante una panacea moderna o frente a un riesgo no regulado?
En la intersección entre la medicina ancestral y las tendencias virales del bienestar, la ashwagandha (Withania somnifera) ha ganado un protagonismo inédito. Esta planta, conocida como bufera o ginseng indio, ha sido utilizada durante milenios en la medicina ayurvédica de la India. Su reputación como adaptógeno natural que ayuda al cuerpo a lidiar con el estrés y la fatiga la ha posicionado como un “remedio estrella” del wellness contemporáneo. Pero, ¿qué tan segura es realmente?
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La medicina ayurvédica, uno de los sistemas de salud más antiguos del mundo, ha empleado la raíz de ashwagandha como parte de una filosofía holística que busca armonizar cuerpo, mente y espíritu. No obstante, su reciente boom en la cultura occidental no ha llegado de la mano de médicos ni farmacólogos, sino a través del respaldo de celebridades del lifestyle como Jennifer Aniston y Meghan Markle. La influencerización del suplemento ha sido tal, que en 2024 el hashtag #ashwagandha acumuló más de 670 millones de visitas en TikTok.
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Este fenómeno no ha pasado desapercibido para la industria global de suplementos, valorada en más de 170,000 millones de dólares según Grand View Research, donde la ashwagandha representa un nicho creciente. En República Dominicana, su comercialización se ha disparado en farmacias y tiendas naturistas, sin una regulación específica que limite su acceso.
Desde un punto de vista científico, estudios preliminares —algunos aún en fase piloto— apuntan a que la ashwagandha podría:
Reducir los niveles de cortisol y ansiedad.
Mejorar la calidad del sueño.
Incrementar la masa muscular y la resistencia en deportistas.
Favorecer la concentración y memoria en adultos con deterioro cognitivo leve.
Elevar los niveles de testosterona y la fertilidad en hombres.
Incluso, investigaciones recientes la han evaluado como parte de tratamientos complementarios en pacientes con COVID prolongado.
“Los datos son prometedores, pero deben interpretarse con cautela. Ningún suplemento es milagroso ni sustituye una intervención médica adecuada”, advirtió la Dra. Melinda Ring, directora del Osher Center for Integrative Health en Northwestern University, en declaraciones a National Geographic.
Mientras influencers promueven sus beneficios, algunos países ya han activado mecanismos de contención. En 2023, Dinamarca prohibió temporalmente la comercialización de ashwagandha tras reportes de daño hepático y posibles efectos en el sistema hormonal que podrían inducir abortos espontáneos en mujeres embarazadas.
En República Dominicana, aún no existen advertencias sanitarias oficiales, pero profesionales del área piden cautela. “Hay un vacío de información sobre sus interacciones farmacológicas y posibles efectos en pacientes con enfermedades autoinmunes, hepáticas o tiroideas”, explica el doctor Héctor Olivares, médico internista y asesor de salud pública.
La directora del Programa de Investigación Botánica de los NIH (EE. UU.), Barbara Sorkin, coincide: “Aunque los estudios a corto plazo indican que puede ser segura durante tres meses, no hay evidencia concluyente sobre su seguridad a largo plazo ni sobre las dosis ideales”.
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Una preocupación creciente es el uso libre de ashwagandha en mujeres embarazadas y personas que toman medicamentos para la tiroides. La raíz puede alterar los niveles hormonales, y algunos reportes señalan que podría interferir con medicamentos como levotiroxina o inmunosupresores.
“La combinación de ashwagandha con terapias hormonales o enfermedades autoinmunes puede generar un cóctel impredecible”, advierte el doctor Olivares.
La venta sin prescripción, la falta de regulación específica y la influencia de las redes sociales colocan al sistema de salud ante un nuevo desafío. ¿Debe regularse el consumo de suplementos virales como este? ¿Qué rol deben jugar las farmacias, los médicos y los laboratorios ante su creciente comercialización?
En opinión de la farmacéutica clínica María López de la Cruz, de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), “es urgente establecer protocolos de orientación al consumidor en puntos de venta. No se trata de alarmar, sino de informar responsablemente”.
La ashwagandha no es un enemigo, pero tampoco una panacea. Su uso debe ser informado, guiado por profesionales y no por la tendencia del momento. En salud —como en negocios— la evidencia vale más que los likes.
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