Tal parece que las técnicas más efectivas de salud pública tomada durante el siglo XX, están saliendo de circulación. El flúor durante muchos años ha sido promovido como un agente especial, sobre todo para la prevención de caries dentales. Pero como la mayoría de los químicos, el exceso puede traer graves daños al organismo, por lo que su adición al agua potable no resulta la mejor política y los científicos comienzan a decirlo.
Los nuevos estudios científicos y una mayor vigilancia regulatoria están generando un cambio drástico: Estados Unidos ha comenzado a revisar y retirar progresivamente el uso de suplementos fluorados y, en algunos estados, incluso su presencia en el agua potable.
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El flúor es un mineral natural que, en dosis controladas, fortalece el esmalte dental y ayuda a prevenir la aparición de caries. Desde la década de 1960, se comenzó a agregar flúor al agua potable como estrategia de salud pública para reducir enfermedades dentales en comunidades con acceso limitado a servicios odontológicos. Sin embargo, aunque su aplicación tópica (como en pastas dentales) sigue siendo ampliamente recomendada, su ingesta crónica ha entrado en el centro del debate científico y regulatorio.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA) anunció en 2024 una revisión científica para retirar del mercado los suplementos que contienen flúor, como tabletas masticables, gotas para bebés y comprimidos orales. Estos productos, recomendados especialmente a niños con bajo acceso a agua fluorada, se encuentran ahora bajo sospecha por sus posibles efectos adversos cuando se ingieren regularmente.
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Entre los principales riesgos identificados por recientes investigaciones se encuentran:
El creciente cuerpo de evidencia científica ha llevado a las autoridades de salud a reevaluar la relación riesgo-beneficio del flúor ingerido. Si bien es indiscutible su eficacia para reducir la caries cuando se aplica de forma tópica, como en pastas y enjuagues bucales, cada vez hay más consenso en que su ingesta no es necesaria y puede incluso ser contraproducente, especialmente en poblaciones vulnerables como los niños.
Además, el uso generalizado del flúor en múltiples productos ha aumentado la exposición total. Superando en algunos casos los niveles seguros establecidos por las autoridades sanitarias. Esta sobreexposición, sumada a la posibilidad de efectos a largo plazo poco estudiados, ha motivado una respuesta regulatoria más estricta.
La retirada progresiva del flúor de suplementos y del agua potable en algunas zonas de EE. UU. no significa un retroceso en la prevención dental, sino un ajuste hacia estrategias más seguras. El enfoque está cambiando hacia el uso controlado y localizado del flúor, con énfasis en la aplicación directa y tópica, bajo supervisión profesional.
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Los expertos en salud pública recomiendan fortalecer la educación en higiene bucal. Además de mejorar el acceso a servicios odontológicos preventivos y fomentar dietas bajas en azúcares refinados, que son el verdadero detonante de las caries.
En nuestro país, aunque no existe una política nacional de fluoración del agua, sí se distribuyen masivamente pastas dentales y otros productos que lo contienen. Por ello, es vital prestar atención al debate internacional y ajustar las recomendaciones locales en función de la evidencia científica más reciente.
Los profesionales de la salud deben informar a los padres y cuidadores sobre el uso adecuado de productos con flúor, evitar la suplementación innecesaria y vigilar los signos de sobreexposición en niños. Además, este cambio global representa una oportunidad para que el sector salud y los negocios sanitarios dominicanos promuevan alternativas innovadoras, seguras y basadas en la prevención integral.
Finalmente, el flúor no es un enemigo, pero su uso debe ser más inteligente. Lo que antes fue una solución eficaz frente a un problema de salud pública, hoy requiere una mirada más crítica y personalizada. La ciencia evoluciona, y con ella deben hacerlo las políticas sanitarias. Priorizar la seguridad, la evidencia y el bienestar de la población es el nuevo estándar.
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