Un reciente estudio realizado en Corea del Sur ha marcado un hito en la medicina regenerativa, al demostrar que es posible reparar la retina y restaurar la visión en mamíferos a través de un fármaco experimental.
Esta innovación, que podría cambiar el rumbo del tratamiento para enfermedades visuales degenerativas, también representa una oportunidad estratégica para atraer inversión extranjera en biotecnología, un sector en rápido crecimiento global.
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La investigación, publicada en Nature Communications, se posiciona como un nuevo frente de desarrollo económico dentro del ámbito de la salud ocular, especialmente en contextos donde el envejecimiento poblacional proyecta un aumento en la demanda de soluciones visuales efectivas.
La clave de este descubrimiento radica en una proteína llamada Prox1, que en condiciones normales bloquea la capacidad regenerativa de las células nerviosas en la retina. En especies como el pez cebra, las células Müller glia pueden regenerar la retina naturalmente. En los mamíferos, sin embargo, Prox1 interfiere en este proceso, dificultando cualquier intento de reparación una vez se ha producido daño ocular.
El tratamiento desarrollado por los investigadores coreanos utiliza un anticuerpo específico que inhibe la transferencia de esta proteína hacia las células de soporte, desbloqueando así su potencial reparador.
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En los ensayos preclínicos realizados en ratones, se logró reprogramar las células Müller glia para que volvieran a generar neuronas funcionales. Lo más sorprendente es que los resultados se mantuvieron durante más de seis meses, estableciendo un precedente sin precedentes en la regeneración de tejido ocular en mamíferos.
Este hallazgo, aunque en etapa experimental, envía una señal contundente a la comunidad científica y al sector inversor: la regeneración ocular es viable, y su aplicación en humanos podría estar a pocos años de distancia.
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Este tipo de investigaciones abren una puerta estratégica a países que apuesten por ecosistemas de innovación en salud, especialmente en áreas como la oftalmología regenerativa. El tratamiento podría convertirse en una solución eficaz para condiciones como el glaucoma o la retinitis pigmentosa, enfermedades que hoy carecen de opciones curativas reales y afectan a millones de personas en el mundo.
Con una población mundial en proceso de envejecimiento y una creciente presión sobre los sistemas de salud, la demanda de terapias restaurativas se perfila como un motor clave para la inversión extranjera directa (IED). Aquellos países o regiones que faciliten ensayos clínicos, patentes y manufactura de este tipo de fármacos podrían posicionarse como líderes en innovación médica y atraer capital internacional.
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Aunque aún se encuentra en fase preclínica, el desarrollo de este tratamiento representa un paso monumental hacia la medicina del futuro. Su potencial no solo es terapéutico, sino también económico, al promover la transferencia tecnológica, la creación de empleos calificados y el fortalecimiento de clústeres científicos.
La investigadora principal, Eun Jung Lee del Instituto KAIST, señala que el objetivo del proyecto es ofrecer una alternativa real a quienes han perdido la vista y hoy viven sin opciones. Si los ensayos clínicos avanzan como se espera, la primera fase en humanos podría comenzar en 2028.
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