Este enero marcó un hito en la regulación de sustancias químicas en la Unión Europea (UE) con la entrada en vigor de la normativa que prohíbe el uso del bisfenol A (BPA) en materiales destinados a entrar en contacto con alimentos. Este disruptor endocrino, identificado como una amenaza para la salud humana, es ahora objeto de una regulación más estricta que busca proteger a los consumidores de sus peligrosos efectos.
El bisfenol A es un compuesto químico utilizado principalmente en la producción de plásticos y resinas. Hasta ahora, estaba presente en una amplia gama de productos, incluidos latas de alimentos, botellas reutilizables de plástico, revestimientos de latas de bebidas y ciertos barnices y siliconas. Sin embargo, estudios científicos han demostrado que este compuesto puede migrar de los envases hacia los alimentos y bebidas que contienen, aumentando la exposición humana de manera preocupante.
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) advirtió en 2023 que la exposición al BPA plantea riesgos significativos para la salud en todas las edades. Entre los problemas asociados a esta sustancia se encuentran:
Estos hallazgos llevaron a la UE a tomar medidas contundentes, posicionándose como líder global en la protección contra disruptores endocrinos.
La prohibición del bisfenol A no surgió de la noche a la mañana. Desde 2006, esta sustancia figura en la lista de sustancias extremadamente preocupantes del Reglamento REACH, la normativa europea más estricta sobre productos químicos. Además, en 2011 ya se había prohibido su uso en productos para bebés, como biberones, debido a los riesgos que representaba para los más vulnerables.
Sin embargo, según expertos como Sandra Jen, de la Alianza para la Salud y el Medio Ambiente (HEAL, por sus siglas en inglés), la implementación de esta prohibición fue un proceso lento. “Los científicos llevan más de una década advirtiendo sobre los peligros del bisfenol A. Aunque la UE ha liderado este esfuerzo, el tiempo de respuesta ha sido excesivo considerando la magnitud de los riesgos”, señala Jen.
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La nueva normativa obliga a los fabricantes a buscar alternativas más seguras y sostenibles para sus productos. Materiales como el vidrio, el acero inoxidable o plásticos libres de bisfenoles están ganando terreno. Aunque la transición representa un desafío para la industria alimentaria, también abre oportunidades para la innovación en el desarrollo de envases que sean tanto funcionales como respetuosos con la salud y el medio ambiente.
Empresas globales y locales, incluidas las de la República Dominicana, deben mantenerse al tanto de estas regulaciones para competir en mercados internacionales. Además, esta tendencia podría influir en normativas similares en América Latina, donde el uso de bisfenol A aún está menos regulado.
Esta regulación de la Unión Europea (UE) sobre el bisfenol A (BPA) podría tener un impacto indirecto en la República Dominicana. Tanto en la industria alimentaria interna, como en el comercio internacional. Aquí hay algunas formas clave en las que podría afectar:
La República Dominicana exporta productos alimenticios a mercados europeos, como frutas, cacao, café y otros productos procesados. Con la nueva normativa, los envases y materiales en contacto con alimentos destinados a la exportación deben cumplir con las estrictas regulaciones europeas. Esto implica que los fabricantes locales tendrán que adaptar sus procesos y materiales para garantizar que no se utilicen BPA ni otros bisfenoles prohibidos.
Aunque la República Dominicana no tiene actualmente una regulación tan estricta sobre el uso de BPA, la tendencia global podría motivar a las autoridades locales a actualizar sus normativas sanitarias y ambientales. Países como México y Chile ya han adoptado medidas para limitar el uso de BPA en productos infantiles y alimentarios, lo que indica que América Latina está avanzando hacia regulaciones más estrictas.
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La prohibición no se limita al BPA. La normativa también abarca otros bisfenoles similares que podrían presentar riesgos para la salud. Además, la UE evalúa la posibilidad de extender estas restricciones a otros productos de consumo, como juguetes.
Esto subraya la necesidad de un enfoque preventivo en la regulación de productos químicos, poniendo siempre en primer lugar la salud pública. Organizaciones como HEAL esperan que esta medida sea solo el comienzo de un movimiento global para eliminar los disruptores endocrinos de nuestra vida diaria.
La eliminación del bisfenol A en envases alimentarios marca un paso crucial en la protección de la salud pública, pero también representa un llamado de atención para gobiernos, empresas y consumidores. Como región, América Latina debe observar con atención estas iniciativas para fomentar regulaciones más estrictas que prioricen el bienestar de sus ciudadanos.
Para la República Dominicana, donde la industria alimentaria es clave, esta transición podría convertirse en una oportunidad para liderar el cambio en la región, adoptando prácticas sostenibles y seguras que protejan tanto la salud humana como el medio ambiente.
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