La cultura de consumo nos ha llevado a comprar objetos sin considerar el impacto que podrían tener estos en nuestra salud. Ahora que la salud ha comenzado a cobrar un mayor valor en un mundo post pandemia, la selección de aquello que usamos se ha convertido en algo digno de mirar con detenimiento. Este es el caso del plástico, cuyo uso debemos cuidar.
La industria de productos para bebés, es un buen ejemplo, ya que ofrece principalmente vajillas para niños hechas de melamina, plástico o bambú. Todos estos productos, bonitos y prácticos, pueden llegar a ser dañinos para la salud.
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El descubrimiento del mundo de la comida, es un paso importante en el desarrollo de tu bebé. Los alimentos saludables y de alta calidad, junto a una dieta equilibrada son importantes para proporcionarle al niño todos los nutrientes que fortalecerán el sistema inmunitario y asegurarán que los niños crezcan sanos.
Sin embargo, no es importante solo lo que come tu hijo, sino también del material que está hecho el plato y la vajilla en general.
La conciencia de que el plástico no es buen contenedor de alimentos se ha extendido en la sociedad, muchos fabricantes han visto la oportunidad de ventas y han lanzado al mercado una gran cantidad de vajillas con superficies mates, aspecto orgánico y un marketing de «producto natural». Pero la realidad es otra, la mayoría están hechos de bambú y melamina, materiales que recurren al formaldehído, una sustancia irritante, alergénica y potencialmente cancerígena, como pegamento aglomerante.
¿Porqué el plástico es dañino? Lo primero que debemos tener en cuenta es que el plástico es un derivado del petróleo y, por lo tanto, no es nada sostenible. Además los plásticos a menudo contienen contaminantes y disyuntores endocrinos como ablandadores (ftalatos), retardadores de llama o bisfenol A (BPA).
Las vajillas de melamina son populares porque los platos y tazas en este material son ligeros, estables, irrompibles y bonitos a la vista. Pero la melamina tiene un gran problema: a temperaturas superiores a los 70 grados celsius, se pueden liberar tanto melamina como formaldehído contaminando los alimentos.
Vajilla esmaltada. Esta vajilla se compone de una estructura de metal que se cubre con varias capas de esmalte cerámico, que es básicamente silicatos y óxidos naturales. Es estable, no se oxida y puede soportar altas temperaturas. Además la vajilla esmaltada se puede reciclar. El esmalte es ideal como vajilla infantil.
Debes tener cuidado al momento de manipularlos. No los limpies con esponjas o cepillos abrasivos, y que las bacterias pueden anidar en los rasguños profundos. También debes evitar enfriar los platos de esmalte demasiado rápido, ya que el esmalte puede reventar cuando se enfría con agua fría.
Vajilla de vidrio o porcelana. Aquí las ventajas y desventajas son obvias. Cuando se trata de niños, los platos hechos de vidrio o porcelana corren el riesgo de romperse. Sin embargo, estos no contienen contaminantes ni tienen sabor.
Acero inoxidable. Las vajillas de acero inoxidable tienen dos grandes ventajas: son muy resistentes y no pueden desprender plastificantes ni otras sustancias nocivas. Además, el acero inoxidable es ligero y se puede reciclar.
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