La hipertensión se ha convertido en una amenaza invisible con consecuencias potencialmente fatales para prácticamente la mitad de los 1.280 millones de personas que padecen de ella y que viven -en ocho de cada diez casos- en países de rentas medias y bajas, según el primer estudio sobre esta cuestión publicado en veinte años.
Al menos 580 millones de hipertensos desconocen su situación porque nunca han sido diagnosticado
Para el estudio, en el que han colaborado la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la universidad Imperial College London, se han analizado datos de cien millones de personas entre 30 y 79 años en 184 países que representan el 98 % de la población mundial, lo que lo convierte en el más completo que se ha producido hasta ahora y que cubre un periodo de treinta años.
En este lapso el número de personas con hipertensión han pasado de 650 millones a 1.280 millones, pero en realidad la tasa de prevalencia mundial no ha variado considerablemente y el aumento se debe al crecimiento demográfico y al envejecimiento de la población.
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En concreto, el análisis indica que en los últimos 30 años, el número de adultos que vive con hipertensión en todo el mundo se ha duplicado, pasando de unos 331 millones de mujeres y 317 millones de hombres en 1990 a 626 millones de mujeres y 652 millones de hombres en 2019, y la mayor parte de este aumento se ha producido en los países de renta baja y media.
A pesar de ser fácil de diagnosticar y relativamente sencillo de tratar con fármacos de bajo coste, casi la mitad de las personas (el 41% de las mujeres y el 51% de los hombres) con hipertensión en el mundo en 2019 desconocían su condición; y más de la mitad de las mujeres (53%) y los hombres (62%) hipertensos no fueron tratados.
La hipertensión aumenta el riesgo de enfermedades a nivel del corazón, el cerebro y los riñones, y es una de las causas de mortalidad más importantes en el mundo. Detectarla es fácil, midiendo la presión arterial en casa o en un centro de salud, y siguiendo el tratamiento que se prescriba.
Está directamente relacionada con más de 8,5 millones de muertes al año en todo el mundo y es el principal factor de riesgo de accidente cerebrovascular, cardiopatía isquémica, otras enfermedades vasculares y enfermedades renales.
Reducirla puede disminuir el número de accidentes cerebrovasculares en un 35%-40%, los infartos de miocardio en un 20%-25% y la insuficiencia cardíaca en un 50% aproximadamente. (efe/pfm)
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