En el sistema actual, la masculinidad viene con un precio alto: la salud emocional. Así lo afirma la psicóloga sistémica María Guadalupe Morales, quien advierte que los roles de género impuestos a los hombres desde la infancia están generando un impacto profundo y silencioso en su bienestar mental.
“El mandato de reprimir emociones, de ‘aguantar como hombre’, tiene consecuencias devastadoras. No solo incrementa los índices de suicidio, sino que también alimenta ciclos de violencia intrafamiliar que se repiten de generación en generación”, señala la especialista.
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Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2023, la tasa de suicidio en hombres fue de 11.4 por cada 100 mil habitantes, en contraste con 2.5 en mujeres. La brecha, que a menudo pasa desapercibida en el discurso público, refleja algo más profundo que cifras: un patrón cultural de silencio emocional masculino que se está cobrando vidas.
Para la Dra. Morales, el problema inicia en la forma en que se educa emocionalmente a los niños:
“Cuando un niño llora, lo callamos. Cuando una niña llora, la abrazamos. A ellos se les enseña que sentir es debilidad. Pero la represión constante de emociones no desaparece: se convierte en ansiedad, en ira, en depresión camuflada”, explica.
En República Dominicana, esta narrativa cultural se refuerza con expresiones como “los hombres no lloran” o “eso es de mujercitas”, que inhiben el desarrollo emocional saludable y fomentan la desconexión afectiva.
Este déficit emocional tiene implicaciones económicas para el país. Los trastornos de salud mental no tratados impactan la productividad, aumentan el ausentismo laboral y generan un costo indirecto en los sistemas de salud pública y seguridad.
Aunque las mujeres presentan mayores tasas de diagnóstico en salud mental, los hombres mueren más por causas relacionadas con su salud emocional no atendida. Según la Secretaría de Salud de México, 1 de cada 10 hombres padece ansiedad o depresión, pero solo la mitad acude a tratamiento.
¿Por qué? Morales lo explica con claridad:
“El hombre suele manifestar la depresión a través de la irritabilidad, el aislamiento o conductas compulsivas, no con llanto ni verbalizaciones claras. Como no encaja en el modelo clásico de diagnóstico, queda fuera del radar clínico.”
Además, los modelos de atención muchas veces no están adaptados para captar los síntomas emocionales en hombres, lo que lleva al subdiagnóstico y a una peligrosa desatención institucional.
Para cambiar esta realidad, la psicóloga propone un enfoque multisectorial: docentes, padres y líderes comunitarios pueden convertirse en agentes activos de salud emocional.
“Un profesor puede ser clave. Si un niño varón aprende que puede hablar de lo que siente sin vergüenza, estamos desactivando una bomba de tiempo emocional que de adulto podría explotar en violencia o suicidio”, señala Morales.
La salud mental, según la especialista, no debe quedar solo en manos del sistema clínico. Requiere una reeducación social sobre las emociones masculinas y una revisión urgente de lo que entendemos por “ser hombre”.
Más del 75% de los suicidios en América Latina son cometidos por hombres.
En RD, los hombres dominan las estadísticas de homicidios y violencia intrafamiliar como agresores, pero también como víctimas de sí mismos.
Solo 1 de cada 5 hombres que presentan síntomas de depresión busca ayuda profesional.
En el sector de negocios de la salud, este fenómeno representa una brecha crítica de atención. La inversión en programas de prevención masculina en salud mental sigue siendo baja, y su subestimación podría seguir afectando tanto al desarrollo humano como a los indicadores de productividad del país.
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Organizaciones como la OMS ya han advertido que la salud mental sin enfoque de género es una estrategia incompleta. La evidencia apunta a que trabajar con hombres desde un abordaje emocional no solo salva vidas, también mejora entornos laborales, relaciones familiares y reduce la carga financiera del sistema sanitario.
La salud mental masculina no es un tema menor, ni privado, ni anecdótico. Es una bomba silenciosa que requiere atención urgente, políticas públicas sensibles al género y una sociedad más empática. Como afirma la Dra. Guadalupe Morales, “tenemos que acercarnos a los hombres antes de que sea demasiado tarde”.
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