Dicen que bailar es bueno para el cuerpo y el alma, y es una forma divertida y social de sudar y hacer ejercicio.
Pero, más allá de eso, el baile es una buena opción para combatir el sedentarismo, porque puede convertirse en una excelente manera para ejercitarse regularmente.
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Sobre todo para quienes no les gusta ir al gimnasio, el realizar esta actividad física también es recomendable para ponerse en forma.
Y es que a veces entendemos «hacer ejercicio» o «actividad física» como algo que nos obliga necesariamente a «ir al gimnasio».
Casi parece que si no nos apuntamos a uno, «no estamos haciendo deporte». Pero la realidad es muy distinta, pues existen numerosas actividades físicas que pueden darse fuera de una sala de máquinas y que tienen tantos beneficios como el gimnasio.
Sin embargo, es importante que cada persona elija una actividad con la que se sienta a gusto y con la que vaya a generar adherencia. Dentro de estas opciones se encuentra: asistir a clases de baile. El abanico de estilos es muy grande; son muchos y los beneficios muy variados.
Sin duda, el baile es una actividad física completa, pues tonifica los músculos y, a su vez, quema calorías y aumenta el riego sanguíneo y la oxigenación. Además, mejora el estado de ánimo y motiva la convivencia social.
«A través de propiciar el movimiento corporal el baile contribuye a mantenernos activos y a que tengamos un estilo de vida sano. Es absolutamente recomendable que quien disfrute esta actividad continúe practicándola, […] aunque sea solo en las fiestas es mejor que no hacerlo», dice Martín González Villalobos, Coordinador de la carrera de Cultura Física en el Centro Universitario de la Ciencias de la Salud (CUCS) de la Universidad de Guadalajara, México.
Añade que, ciertamente, la mayoría de las personas que bailan lo hacen por placer, sin considerar que puede convertirse en un ejercicio cotidiano y completo, como lo es una actividad aeróbica, como correr, caminar o nadar.
Para saber más: Osteoartritis y su relación con las molestias durante el ejercicio
Al bailar se ejercitan diferentes grupos musculares al mismo tiempo, se tonifican los músculos, se aumenta el riego sanguíneo y la capacidad de oxigenación, lo que ayuda a prevenir las enfermedades del corazón.
Para convertir al baile en un ejercicio regular, es decir, en un conjunto de acciones motoras musculares y esqueléticas, basta practicarlo media hora diaria, con una intensidad moderada.
O bien, bailar una hora, tres veces por semana, con una intensidad de moderada a intensa: lo cual implica llevar al aumento gradual de la frecuencia cardiaca en ciertos momentos.
Por Normedy Gallardo para MediHealth
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