El III Congreso Latinoamericano de Banca Sostenible e Inclusiva, celebrado en Santo Domingo, marcó un antes y después en la agenda financiera de la región. Organizado por la Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban) y la Asociación de Bancos Múltiples de la República Dominicana (ABA), el evento reunió a líderes del sector público y privado, quienes sellaron su compromiso con la Declaración de Santo Domingo, un documento que establece las bases para integrar la sostenibilidad ambiental, social y económica en las operaciones bancarias.
La firma de esta declaración no es un mero acto protocolario, sino un reconocimiento explícito de los desafíos que enfrenta América Latina. La región, pese a su vasta riqueza natural y biodiversidad, sigue siendo una de las más afectadas por el cambio climático, la desigualdad económica y las barreras de acceso a servicios financieros.
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Según datos del Banco Mundial, alrededor de 45 millones de personas en Latinoamérica y el Caribe carecen de acceso a productos bancarios básicos, una brecha que limita su desarrollo económico y social.
En este contexto, la banca se erige como un agente de cambio clave, capaz de canalizar inversiones hacia proyectos sostenibles y democratizar el acceso al crédito y los servicios financieros. Rosanna Ruiz, presidenta de la ABA, enfatizó que el sector no solo debe responder a las demandas del mercado, sino también asumir un rol activo en la reducción de la vulnerabilidad climática y la exclusión social.
Uno de los puntos destacados durante el congreso fue el papel de la estabilidad financiera como pilar para impulsar políticas sostenibles. Héctor Valdez Albizu, gobernador del Banco Central de la República Dominicana, resaltó que la solidez macroeconómica del país permite implementar estrategias de largo plazo sin comprometer la resiliencia ante crisis externas.
La economía dominicana ha mostrado un desempeño robusto en los últimos años, lo que le ha dado margen para adoptar medidas innovadoras, como la iniciativa «RD Meta 2036», un plan que busca alinear los esfuerzos públicos y privados hacia la inclusión financiera y la descarbonización progresiva. Este tipo de programas demuestra que la sostenibilidad no es un obstáculo para el crecimiento, sino un catalizador de oportunidades.
El congreso sirvió como plataforma para discutir soluciones integrales que combaten la exclusión financiera desde múltiples frentes. Entre los temas abordados destacaron:
Tecnología e innovación. La digitalización de servicios bancarios, incluyendo billeteras móviles y créditos con criterios ESG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza), permite llegar a poblaciones tradicionalmente marginadas.
Financiamiento verde. La creciente demanda de bonos sostenibles y líneas de crédito para energías renovables refleja un cambio estructural en las preferencias de inversión.
Educación financiera. Programas de capacitación para pequeñas y medianas empresas (Pymes) y sectores rurales son esenciales para cerrar la brecha de acceso.
Además, se subrayó la importancia de las alianzas público-privadas, ya que la colaboración entre bancos, reguladores y organismos internacionales amplifica el impacto de las políticas implementadas.
Los datos presentados durante el evento pintan un panorama de contrastes: mientras América Latina alberga el 40% de la biodiversidad mundial, también sufre pérdidas económicas superiores a $100 mil millones anuales debido a desastres naturales. Por otro lado, aunque el 65% de la población adulta tiene una cuenta bancaria, solo el 15% accede a productos de ahorro o crédito formal.
En República Dominicana, los avances son notorios: en los últimos años, 2.5 millones de personas se han incorporado al sistema financiero, un logro que refleja los esfuerzos en materia de banca móvil y microfinanzas. Sin embargo, el reto sigue siendo grande, especialmente en zonas rurales y entre mujeres emprendedoras, quienes enfrentan mayores obstáculos para obtener financiamiento.
La Declaración de Santo Domingo es una hoja de ruta concreta que obliga a las instituciones a repensar su modelo de negocio. Los bancos que no integren criterios de sostenibilidad y diversidad en sus operaciones corren el riesgo de quedar rezagados en un mercado cada vez más consciente de su impacto social y ambiental.
El congreso dejó en claro que el sector financiero ya no puede limitarse a ser un mero intermediario de capital. Su supervivencia depende de su capacidad para generar valor compartido, fomentando proyectos que combatan la pobreza, reduzcan emisiones y promuevan la equidad de género.
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