Las estaciones de metro ya no son simples espacios de tránsito. Hoy en día, se han convertido en verdaderos templos del arte, la arquitectura y la identidad cultural. En muchas ciudades del mundo, el subsuelo urbano se transforma en una galería viva que sorprende tanto a locales como a turistas. Desde Europa hasta Asia, y pasando por América Latina y Medio Oriente, estas estaciones celebran la historia, el diseño y la identidad local.
Además de cumplir su función logística, estas estaciones ofrecen una experiencia estética que cautiva a quienes las visitan. En ellas, el arte se une con la ingeniería, la luz se mezcla con la profundidad, y la tradición convive con la modernidad.
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Este recorrido global demuestra que el transporte público puede convertirse en una experiencia emocional y visual.
Ubicada en el corazón del Quarteri Spagnoli, la estación Toledo es una joya arquitectónica que transforma el viaje cotidiano en una experiencia artística. Diseñada por Óscar Tusquets Blanca, su estética evoca el fondo marino, con una cúpula luminosa que conecta todos los niveles. El «Cráter de luz», una instalación de LEDs que simula reflejos acuáticos, crea una atmósfera envolvente.
Para los napolitanos, representa la renovación de su ciudad; para los turistas, es una parada obligatoria que combina arte, luz y profundidad en un entorno subterráneo.
La red de metro de Estocolmo es considerada la galería de arte más larga del mundo. Las paredes de T-Centralen están decoradas con motivos florales y siluetas de trabajadores, pintadas en tonos azules y blancos que evocan calma y serenidad. Este diseño embellece el entorno y también rinde homenaje a la clase trabajadora sueca, integrando historia social en el paisaje urbano.
Por otro lado, La estación Solna Centrum, ubicada en el municipio de Solna a unos 5 kilómetros del centro de Estocolmo, es una de las más emblemáticas y visualmente impactantes del metro sueco. Diseñada por los artistas Karl-Olov Björk y Anders Åberg, Solna Centrum fue concebida como una caverna roja que simula el cielo al atardecer, acompañada por un extenso bosque de abetos verdes que recorre casi 1,000 metros a lo largo de las paredes
Más de 150 artistas han intervenido estas estaciones, convirtiéndolas en espacios de contemplación. Para los suecos, es una forma de integrar el arte en la rutina diaria; para los visitantes, es una experiencia cultural que transforma el transporte en una visita museística.
La estación BurJuman, anteriormente Khalid Bin Al Waleed, es un ejemplo del lujo y la sofisticación que caracterizan a Dubái. Dedicada al agua, su diseño incluye lámparas colgantes en forma de medusa y fotografías que narran el pasado pesquero del país. Este espacio funciona como un museo subterráneo, donde la historia local se mezcla con la estética contemporánea. Para los residentes, es un símbolo de evolución; para los turistas, una experiencia visual que refleja la identidad de la ciudad.
Inspirada en la película 2001: Una odisea en el espacio, la estación Drassanes ofrece una experiencia futurista. Rediseñada por Jordi Fernández y Eduardo Gutiérrez, sus 1.500 m² de superficies continuas en GRC crean un entorno minimalista y envolvente. Para los barceloneses, representa la innovación urbana; para los visitantes, es como entrar en un escenario cinematográfico donde el diseño se convierte en protagonista.
La estación Moncloa se transformó en una galería de arte urbano gracias al colectivo «La Banda del Rotu». Como parte del proyecto «Línea Zero», los artistas utilizaron rotuladores para plasmar su estilo callejero en los muros del metro. Este espacio se convierte en un punto de encuentro entre creatividad y movilidad. Para los madrileños, es una expresión de identidad local; para los turistas, una muestra vibrante y espontánea del arte contemporáneo.
Situada bajo el museo homónimo, la estación Arts et Métiers fue rediseñada por François Schuiten con una estética steampunk. Las paredes de cobre, los engranajes y los detalles industriales evocan un mundo dominado por la tecnología a vapor. Para los parisinos, es una extensión de su legado artístico; para los visitantes, una experiencia visual que une ciencia, historia y fantasía en un entorno único.
La estación Formosa Boulevard alberga la impresionante «Cúpula de la Luz», obra del artista Narcissus Quagliata. Con 30 metros de diámetro y más de 2.000 m² de superficie, esta instalación en cristal es la más grande del mundo. Su paleta cromática y luminosidad crean una atmósfera mágica. Para los taiwaneses, es motivo de orgullo nacional; para los turistas, una maravilla visual que redefine el concepto de estación de metro.
La estación Kíyevskaya conmemora la unión histórica entre Rusia y Ucrania. Decorada con mosaicos dorados, columnas de mármol y un retrato de Lenin, su diseño refleja el estilo imperial soviético. Fue creada tras un concurso en Ucrania, lo que refuerza su mensaje de fraternidad. Para los moscovitas, es un recuerdo de tiempos pasados; para los visitantes, una inmersión en la narrativa política y cultural de la región.
Diseñada por Tomás Taveira para la Expo Universal de 1998, la estación Olaias destaca por su explosión de color y formas geométricas. Su estética alegre y casi infantil convierte el viaje en una experiencia lúdica. Elegida por CNN como una de las estaciones más bonitas del mundo, es para los lisboetas una muestra de creatividad nacional; para los turistas, una sorpresa visual que rompe con la monotonía del transporte.
Inaugurada en 2014, la estación Szent Gellért está decorada con miles de azulejos que simulan píxeles. Esta obra digital, creada por Tamás Komoróczky, convierte el subsuelo en una instalación contemporánea. Para los húngaros, es una muestra de arte moderno; para los visitantes, una experiencia visual que conecta con la estética tecnológica y el diseño digital.
La estación Universidad de Chile alberga el mural «Memoria visual de una nación», del artista Mario Toral. Dividido en dos etapas —pasado y presente—, este mural forma parte del proyecto MetroArte. Para los santiaguinos, es una forma de reconectar con su historia; para los turistas, una lección de arte y memoria que transforma el metro en un espacio educativo y reflexivo.
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