En 1987, Jeff Bezos descubrió “Lo que queda del día” de Kazuo Ishiguro, una novela que ha estado releyendo durante 25 años seguidos. Esta obra literaria no solo le proporcionó entretenimiento, sino que también le inspiró profundamente en su modelo de toma de decisiones, ayudándole a construir su imperio de más de US $240 mil millones.
La historia de una vida de arrepentimiento de un mayordomo lo impactó como un rayo y se convirtió en la base de toda la filosofía de Bezos.
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Publicada en 1986, esta obra narra los recuerdos de Stevens, un mayordomo, sobre sus días como soldado en la Segunda Guerra Mundial. Es una novela sobre un personaje que pertenece a un mundo que está por desaparecer y que, luego de su complejo pasado, sirve a una familia aristocrática. También tiene una película.
El mayordomo inglés lo sacrificó todo por la “dignidad profesional”. Sin embargo, en sus últimos años, Stevens se da cuenta de una verdad devastadora: su dignidad era una prisión y nunca vivió para sí mismo. Esta revelación sacudió a Bezos hasta lo más profundo.
A los 30 años, Bezos era el vicepresidente senior más joven de DE Shaw, ganando US$1 millón al año, en camino a ser socio y viviendo el sueño de Wall Street. Fue entonces cuando se dio cuenta de que el uso de Internet crecía un 2,300% al año.
Se enfrentó a una elección: permanecer en sus esposas doradas o arriesgarlo todo en Internet. La historia de arrepentimiento del mayordomo atormentó su decisión, llevándolo a crear su famoso “Marco de minimización del arrepentimiento”.
Bezos se imaginó a sí mismo a los 80 años, mirando hacia atrás en su vida y preguntándose: “¿Te arrepentirías de esta decisión?” La respuesta quedó clarísima. Al igual que en el caso de Stevens, jugar a lo seguro fue la decisión más arriesgada de todas. Esta idea se convirtió en la base de estos principios que transformarían a Amazon.
La mayoría de las personas optimizan para los próximos 2 o 3 años, pero Bezos optimizó para los próximos 40 años. Por ejemplo, AWS tardó 10 años en obtener beneficios, Prime fue objeto de burlas durante años y el Kindle fue llamado “el iPod de la lectura de Amazon”. Bezos siempre pensó a largo plazo, asegurándose de que sus decisiones actuales beneficiaran su futuro.
Stevens desperdició su vida manteniendo una imagen. Bezos, en cambio, aceptó que lo incomprendieran. Dejó Wall Street en su apogeo, ignoró las ganancias trimestrales y reinvirtió todo en crecimiento. Entendió que la dignidad profesional puede ser una prisión si no se cuestiona y se adapta a nuevas oportunidades.
Stevens se dio cuenta demasiado tarde de que el tiempo era su recurso más escaso. Esto dio origen a la filosofía del “Día 1” de Amazon, que implica tomar decisiones rápidas, experimentar a alta velocidad y nunca perder un día. Bezos siempre ha enfatizado la importancia de la urgencia y la intensidad en la ejecución de sus ideas.
Stevens reprimió sus emociones, lo que le llevó al arrepentimiento. Bezos, por otro lado, canalizó su emoción en una obsesión por el cliente, pensamiento a largo plazo y generar confianza. La pasión y la emoción han sido motores clave en la innovación y el crecimiento de Amazon.
Stevens nunca cuestionó su papel como mayordomo. Bezos, en cambio, cuestiona todo: el comercio minorista tradicional, la edición de libros, la computación en la nube e incluso su propio éxito. Esta mentalidad de cuestionamiento constante le ha permitido innovar y mantenerse a la vanguardia de la industria.
Stevens solo reflexionó al final de su vida. Bezos, sin embargo, incorporó la reflexión al ADN de Amazon. Esto se manifiesta en prácticas como la lectura silenciosa en reuniones, el ritual de relectura de libros en diciembre y el uso de memos de 6 páginas en lugar de presentaciones de PowerPoint. La reflexión continua permite a Bezos y a su equipo aprender y mejorar constantemente.
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